La imagen es ambigua: un inmueble de dos plantas, ubicado en el bloque 6 de Bastión Popular, tiene un letrero en la parte superior que lo identifica como plantel particular, no obstante, allí solo funciona una modesta tienda, que tiene pocas semanas de creada.
La suerte de la escuela 2 de Octubre, localizada al Noroeste, comenzó a definirse, según su propietaria Fabiana Ruales, desde 2008 (año en el que empezaron las reformas académicas estatales). Es así que al finalizar el último año lectivo, el establecimiento cerró por falta de demanda.
“Los padres comenzaron a retirar gradualmente a sus hijos hacia el régimen fiscal, aunque no existían muchas diferencias en la infraestructura y pedagogía”, opina Ruales, quien lleva 25 años trabajando en el sector educativo.
Actualmente, el inmueble que antes acogía a 200 estudiantes se somete a arreglos para adecuar, además de la tienda, dos departamentos que serán alquilados.
No muy lejos de ahí, en donde antes funcionaba la escuela Unión y Progreso, se realizan similares cambios en una edificación para dar alguna utilidad a las instalaciones donde antes se impartían clases.
La propietaria de este plantel, Elena Meza, mostró un poco de malestar al ser consultada sobre las razones por las que tuvo que cerrar la unidad educativa hace aproximadamente dos años. “No creo que se trate de calidad educativa, sino de que los padres de familia quieren que todo sea gratis”, cuestiona Meza.
Un pequeño negocio de venta de gas es lo que hasta el momento le ayudad a subsistir. Aunque en la puerta del establecimiento hay rótulos rotos donde se alcanza a divisar la leyenda “Cursos de nivelación”, Meza no proporcionó detalles al respecto y prohibió que se tomaran gráficas de su propiedad.
También en el noreste, sector conocido como la Sergio Toral, las escuelas particulares han tenido suertes distintas. Mientras la Talmud de Jehová empieza a recuperar demanda, la Daysi Benálcazar -clausurada por el Ministerio de Educación por no tener permisos- es actualmente una iglesia cristiana.
Dayana Muñoz, secretaria de Talmud de Jehová, admite que el año pasado acogieron a menos estudiantes de los que tienen ahora. “El boom de las nuevas escuelas fiscales y los impasses surgidos para verificar la legalidad del plantel espantó a los padres, pero ya estamos recuperándonos”, dijo Muñoz.
Al respecto, la ministra de Educación, Gloria Vidal, en anteriores visitas a la urbe manifestó que la entrega de libros, uniformes, desayuno escolar y el incremento de presupuesto para el área educativa han permitido que muchas personas regresen al régimen fiscal en los últimos cuatro años.
En Guayaquil existen aproximadamente 600.000 alumnos que se forman en el sector estatal, lo que representa casi el 65% de la población estudiantil de Guayas.
Otras dos instituciones que en el norte ya dejaron de operar son el colegio San Judas Tadeo, en la tercera etapa de la ciudadela Alborada, y la escuela Juan Pablo Luz, en la décima. En el 2001, también cerró el Buque Mayor, de la Vía a la Costa.
Según las estadísticas del pasado año lectivo, de las 1.455 escuelas particulares registradas en la provincia, 44 cerraron sus puertas; mientras que de los 488 colegios que existían, 31 ya no operan.
En la lista constan colegios que durante más de 40 años brindaron educación privada a personas de sectores populares, con pensiones y matrículas a precios económicos.