En una extensa entrevista realizada por el periodista Ignacio Ramonet, el 7 de diciembre, recientemente publicada por Le Monde Diplomatique en Español, el presidente ecuatoriano Rafael Correa se refirió a las lecciones políticas que ha sacado de la tentativa de derrocamiento. Habló también de su proyecto de “Revolución Ciudadana”, de la evolución de América Latina y de diferentes frentes de política internacional.
Reiteró que es evidente que el intento de golpe, disfrazado de sublevación, fue claramente inducido y que, de acuerdo a informes de inteligencia –posterior a los sucesos- se determinó que las acciones habrían sido planificadas con tres semanas de anticipación.
“Trataron de tomar canales de televisión, tomaron el aeropuerto. Luego, pese a la violencia de los hechos, enseguida pidieron amnistía para todos los insubordinados. La oposición, reunida en un hotel de Quito, celebrando ya la caída del Gobierno (…) las informaciones de inteligencia posteriores me indican que eso fue planificado con tres semanas de anticipación. Lo que alteró todo el programa fue que me presenté en el Regimiento Quito y fui capturado. Pero la idea era sembrar el caos, durante dos o tres días, hasta que el Gobierno cayese. No nos queda la menor duda de que fue un intento de Golpe de Estado, de conspiración, de desestabilización”, expresó.
Durante su diálogo, el mandatario narró los dramáticos momentos que vivió al interior del hospital de la Policía, sitio en el que se tuvo que refugiar luego de ser agredido brutalmente por una turba enardecida de uniformados e infiltrados civiles.
Descartó –como lo sostiene la oposición y algunos medios y periodistas- que haya sido una imprudencia acudir al regimiento Quito Nº 1 (uno de los más grandes del país)- a explicar a los policías el contenido de la Ley de Servicio Público, algunos de cuyos aspectos habían sido distorsionados por políticos con influencias en la fuerza armada para generar una situación de caos y conseguir su caída.
“Fui personalmente a conversar, consensuar, explicar. Pero cuando llegamos, nos dimos enseguida cuenta de que se trataba de una trampa política. Nos recibieron con una violencia extrema. Al principio nos echaron una bomba lacrimógena, no pudimos entrar. Pero yo me dije: ‘es algún desadaptado’. Nos ha pasado otras veces, puede haber cinco mil personas a favor, y cinco desadaptados lanzan una bomba lacrimógena; no por eso vamos a perjudicar a los cinco mil. Volvimos, y ahí sí nos dejaron ingresar. Entonces ya habían recibido instrucciones de que ‘el Presidente ya estaba aquí, ¡atrápenlo!’ Bloquearon la caravana, entramos, y nos dimos cuenta de que se trataba de algo diferente. Insisto, gritaban: ‘mueran los comunistas’, ‘fuera Cuba’, ‘fuera Venezuela’, ‘Viva Lucio Gutiérrez’… Enseguida nos percatamos de que se trataba de una celada política”, relató.
Señaló que en un principio no temió por su vida. Sin embargo después, en el hospital policial, al percatarse que algunos individuos trataron de entrar al tercer piso –donde se había prácticamente refugiado- sí sintió temor.
“Estábamos allí, en el último reducto que pudimos encontrar, porque cuando a mí me llevan de emergencia [después de haber sido herido] al hospital policial, enseguida cercan el hospital para evitar que salgamos… Entonces [mi escolta] me lleva al tercer piso, que era el lugar más seguro, y se cierra la puerta. Yo tenía todavía una reducida seguridad, cuatro o cinco personas que estaban dispuestas a dar la vida por el Presidente. En un momento determinado, [los golpistas] tratan de ingresar al tercer piso para tumbar la puerta, a tal punto que yo pido una pistola también para defenderme… Aunque yo no sé disparar, pero tampoco iba a permitir que me asesinasen tan fácilmente esos sanguinarios”, dijo.
“Por supuesto que ahí sentimos que estaban en peligro nuestras vidas… Como también cuando trataron de rescatarnos. Se fueron las luces, empezó el tiroteo, y sentíamos las balas encima de nuestras cabezas”, narró.
Descartó que el Gobierno de EEUU haya estado involucrado en el intento de golpe de Estado. Incluso dijo que, por el contrario, hubo una gran muestra de solidaridad por parte del Departamento de Estado de ese país.
No obstante, no excluyó la posibilidad que grupos al margen del Gobierno norteamericano, “como la CIA y todas estas agencias actúan con agenda propia”, hayan estado involucradas. “Eso no lo podemos excluir”, sostuvo.
“De lo que sí tenemos certeza, es que hay [en EE.UU.] todos estos grupos de extrema derecha, estas fundaciones que financian a los grupos que conspiran contra nuestro Gobierno, les pasan dinero en forma camuflada, capacitaciones, unos nombres rimbombantes que, finalmente, financian a grupos opositores al Gobierno y a muchos conspiradores”.