El catedrático y maestro en ética periodística, Javier Darío Restrepo considera que aunque los documentos que revela Wikileaks tienen “el encanto de lo secreto que sale a la luz” no se puede suspender la actividad crítica a que el periodista está obligado, por tanto es material que debe ser analizado y verificado antes de su difusión.
En declaraciones al diario La Prensa Gráfica de El Salvador, Restrepo, precisa que no se puede olvidar que Wikileaks es simplemente otra fuente y, por tanto, “hay que manejarla como se maneja una fuente” esto es confrontarla con otras fuentes.
“Si no caes en el error de “la fuente única”. El hecho que sea Wikileaks nunca dispensa al periodista de las obligaciones que tiene en el manejo de las fuentes. Más bien, lo urge a que sea mucho más riguroso en el manejo de Wikileaks, como una fuente. Y frente a una fuente, uno se pregunta siempre: ¿miente o dice la verdad? Frente a una fuente, tú te preguntas si yo publico lo que esta fuente dice, ¿qué consecuencias voy a conseguir? ¿Voy a conseguir un daño contra una persona? ¿Y yo voy a convertirme en cómplice del daño de esa persona?”, sostuvo Restrepo, una autoridad en ética periodística.
En un análisis publicado en el sitio web de la Fundación del Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), el 09 de diciembre de 2009, el experto señala también que el material de Wikileaks tiene que ser verificado con el mismo cuidado con que se debe verificar toda la información oficial: boletines, discursos, programas, informes, etc.
En este caso y en el de toda clase de filtraciones, explica, es indispensable la verificación puesto que es misión del periodista proteger del engaño a sus lectores, oyentes o televidentes. La amenaza para el periodismo no está en Wikileaks ni en las filtraciones sino en el periodista mismo que por prisa, por falta de formación, o por miedo, o por algún interés ofrece información sin procesar “que es lo más parecido a servir carne cruda”.
Sostiene que en el ejercicio profesional honesto, la suspicacia es buena consejera, pero no es sano aferrarse a un escepticismo crónico y enfermizo en donde todo es penumbra y nada es iluminación. Una manera muy segura de hacerse cómplice ciego de los grupos de interés, es apresurarse a publicar una versión no confirmada de un hecho, o detenerse en la investigación cuando comienzan a surgir circunstancias que la contradicen.
Restrepo concluye que los documentos que difunde Wikileaks no están “crudos” sino ya editados:
Primero.- Son editados por el propio Wikileaks, que comprueba información (autorregulación) y a la vez la filtra (autocensura) para salvar vidas de personas e integridad de las fuentes.
Segundo.- Esa información ya comprobada y autocensurada es entregada a los medios que están haciendo de segundo filtro: El País, Le Monde, Der Spiegel, The Guardian y The New York Times.
¿CóMO OPERA ESTE FILTRO?
The New York Times llegó a un acuerdo con el Departamento de Estado y le envía toda la documentación antes de publicarla. Este organismo censura nombres de personas que puedan correr riesgo en sus vidas y además sugiere edición de hechos.
El País, según propia declaración: “…ha decidido aceptar los compromisos a los que The New York Times llegue con el Departamento de Estado para evitar la difusión de determinados documentos”.
Conclusión: La información que nos llega (al menos a través de El País) ya está funcionalizada (por Wikileaks, por el Departamento de Estado y finalmente por el criterio editorial de los propios medios) a sus respectivos intereses. Ello significa, información previamente regulada, censurada y autocensura, inclusive por el Departamento de Estado, concluye Restrepo.