El proyecto hidroeléctrico Coca Codo Sinclair ha generado expectativa de desarrollo agrario en las familias de las provincias del Napo y Sucumbíos para implantar nuevos ciclos de producción, que les genere un mejor sustento económico.
En la parroquia El Reventador hay seis organizaciones campesinas que trabajan en un proyecto piloto de sembríos de naranjilla, tomate de árbol y granadilla, que fue propuesto por la compañía hidroeléctrica y vigilada por el Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (Iniap).
Una de las organizaciones favorecidas con el proyecto es “Forjadoras del futuro”, integrada por doce amas de casa y la presidenta es Mariana Recalde.
Las organizaciones desde noviembre del año pasado, en parcelas de 750 metros o más extensas, han sembrado entre 480 y 1.500 plantas de los tres árboles frutales antes indicados, con el propósito de definir cuál es el producto más rentable en la zona.
Con Recalde, quien invitó a conocer el sembrío de la organización, se siguió un camino fangoso, producto de la lluvia que cae continuamente en la zona. Ella se adelantó portando un machete, en la mano, para cortar la hierba para abrir camino y tener un mejor acceso hacia la parcela de la organización.
En el sector, el primer plantío que se observaba era el de granadilla, varias flores lilas estaban abiertas y llenas de rocío, en esta ocasión aspiraba a no se caigan las flores del fruto como había ocurrido hace unas semanas. “Hubo como mil flores, pero todas se cayeron, solo se pudo cosechar 10 granadillas, lo que es una pérdida”, acotó la agricultora.
Las enredaderas de la granadilla estaban verdes, según Recalde, pero la abundante lluvia en el sector no es apropiada para la producción del fruto.
A unos dos metros de distancia y bajando una loma, se encontraban las plantaciones de tomate de árbol, en las que algunos frutos están verdes, en tiempo de maduración.
Atrás de estas siembras se halla la naranjilla, un fruto nativo de la zona, pero para comercializarla mejor fue injertada con el patrón de la planta de la zona y la planta de naranjilla de jugo.
Este último plantío ya le ha dado al gremio tres cosechas cada tres semanas. En la primera cosecha dio dos cajas, en la segunda tres y en la última fue cinco cajas, refirió la presidenta del gremio.
Para Recalde, el desarrollo de la producción se debe a que es un producto propio de la zona, pero que ahora se lo siembra y se lo prepara para una mayor producción haciendo uso de nuevas técnicas.
Agregó que los tomates de árbol están ubicados en el segundo lugar de cosecha, la distancia que hay entre las plantas es dos metros y su altura no llega a dos metros. Estas plantaciones requieren de constante vigilancia, para poder contrarrestar las plagas que aparecen y las daña, incluso el fruto.
Intermediación
Los encargados de vigilar el desarrollo de las plantaciones son los técnicos del Iniap, quienes analizan el suelo y las plagas y cuando detectan el remedio adecuado para contrarrestar a las enfermedades se las entrega a la junta parroquial para su distribución, según Recalde.
A pesar de que se controla la destrucción de las plantaciones, el mayor problema está en que los intermediarios llegan a comprar los productos en la zonas a bajos precios, para llevar a los mercados de Quito para su comercialización.
Recalde dijo: “nos compran cada caja a 25 dólares y ellos la venden a 35 dólares, eso no es beneficio para nosotras”. Por lo cual es importante que intervengan urgentemente las autoridades locales, quienes junto con la compañía hidroeléctrica se habrían comprometido a ayudar en la apertura de mercados para la venta directa, manifestó.
“Si vendemos nuestros productos directamente a los supermercados o tiendas vamos a tener mayores ganancias y mejoraremos notablemente nuestra calidad de vida”, recalcó.
Precios justos
Ante esta situación el presidente de la junta parroquial El Reventador, Rolando Vélez, indicó que ya trabajan en acuerdos con las principales cadenas de supermercados de Quito, porque necesitamos que se les pague a nuestros productores precios justos.
Agregó que además se implementarán proyectos agrícolas de ciclo corto y de desarrollo de granjas avícolas, porcinas y de cuyes.
Según la líder comunitaria, entre los aspectos difíciles es que las autoridades locales, como de la misma hidroeléctrica, hayan hecho varias ofertas para mejorar el sector agrario de la zona, pero hasta el momento no se han concretado.
“Hace unos meses atrás nos ofrecieron apoyar en la implementación de un semillero de cultivos de ciclo corto, pero hasta el momento no cumplen. Aunque aún tengo la esperanza de que lo hagan por el bien de todos”, manifestó Recalde.
Estos ofrecimientos que están en papeles preocupan a los integrantes de las organizaciones, ya que requieren trabajar, porque su única alternativa de empleo es el campo o la empresa hidroeléctrica, acotó Vélez. Mientras que, Recalde indicó que sus compañeras “creen que el Gobierno da dinero para repartirnos”.