No le avisó, ni síntomas ni nada. El caos llegó de pronto, cuando bajó más de 40 libras en menos de 20 días, algo andaba mal. álex Terán supo hace cuatro años que tenía insuficiencia renal, hoy tiene 37 y es parte de las 1.440 personas que esperan un donante que les salve la vida.
Por ahora álex hace su vida normalmente, con la diferencia de que debe ir tres veces por semana a sus sesiones de diálisis, cada una de cuatro horas. “Sólo cuando están demasiado dañados (los riñones) te dan señales”, cuenta este administrador hotelero al referirse a su enfermedad.
La fortaleza de sus personalidad hizo que asumiera la insuficiencia renal crónica de forma positiva, como él lo dice: “No reniego de ir a las diálisis, es parte de mi vida, así como dormir”.
Aún no tiene urgencia de encontrar un donante, pues sabe que “hay personas que están peor”, sin embargo, la nueva Ley de Trasplante de órganos y Tejidos, aprobada por la Asamblea Nacional, le ha devuelto la esperanza de que el proceso sea más rápido.
Para la directora del Organismo Nacional de Trasplante de órganos y Tejidos (Ontot), Diana Almeida, la mayoritaria aceptación de la normativa es una muestra de que la sociedad ecuatoriana avanza y quiere comprometerse con los cambios propuestos.
Según el cuerpo legal, todos los ecuatorianos y ecuatorianas son declarados donantes, a menos que expresen oficialmente su voluntad de no serlo. “Antes, si la persona no dejaba autorizado que quería donar sus órganos y un familiar lo impedía, no podíamos hacer nada. Ahora es al revés, quienes no quieran serlo deben expresarlo oficialmente en el Registro Civil”, explica Almeida.
Actualmente, según el Ontot, existen 16.500 personas que han dado el sí a la propuesta de ser donantes de presentarse el caso, ya que no todos pueden ofrecer sus órganos, a pesar de la buena voluntad. Por ello, la idea de que con la aprobación de la ley el “mercado negro” de órganos aumentará es solamente un mito, como lo indica la titular del Ontot.
egún Almeida, los donantes deben tener características especiales, entre ellas, presentar muerte encefálica para que sus órganos puedan ser mantenidos artificialmente hasta realizar los trasplantes. “No pueden ser personas que mueren en accidentes de tránsito o de alguna otra forma”.
De acuerdo a los datos del organismo, el 5 por ciento de los decesos se produce en condiciones de muerte encefálica y, aunque existen órganos que pueden dar vida a alguien más, no todos pueden ser receptores.
Es decir, antes de ejecutar un trasplante es necesario comprobar la compatibilidad que tenga el órgano con el paciente receptor, para evitar que su cuerpo lo rechace. Todo ello requiere de una evaluación médica y ética.
Sobre las listas de espera, Almeida destaca que los trasplantes no se dan en orden de llegada, sino según las necesidades. “Hay tipos de sangre más comunes o compatibilidades que aparecen, no necesariamente el que llega primero recibirá antes el órgano que necesita”. Incluso, aunque el paciente disponga de dinero para pagar la operación, la lista privilegia urgencias.
Por ello, lo primero que deben hacer quienes después de ser evaluados necesiten un trasplante es registrarse en el Programa de Protección Social (PPS) que el Estado ofrece para personas con enfermedades catastróficas.
Las puertas de entrada son tres hospitales del país: Eugenio Espejo (Quito), Vicente Corral Moscoso (Cuenca) y Albert Gilbert (Guayaquil). Actualmente, el Estado ecuatoriano cubre los gastos de quienes integran el PPS y también costea los trasplantes que pueden llegar hasta 100.000 dólares, como es el caso de un trasplante de hígado.