El Banco de España confirmó hoy la entrada en recesión de la economía española, con una caída del 0,4 % en los tres primeros meses de este año y un nuevo incremento del desempleo, que sitúa la tasa media en casi el 24 por ciento.
El organismo supervisor español señala además, en su último Boletín, que la evolución de la economía española en los próximos trimestres es incierta y está sujeta al riesgo que pueden conllevar nuevos episodios de la crisis de deuda soberana.
En comparación con el primer trimestre de 2011, el PIB de España retrocedió el 0,5 % después de siete trimestres de subidas interanuales.
La recaída se debe a una demanda interna muy débil y a una contracción de la actividad que sólo se ven amortiguadas por la fortaleza relativa del sector exterior, ya que las exportaciones se están desacelerando.
Además, el Banco de España destaca que el mercado de trabajo siguió empeorando y sitúa la tasa de desempleo en alrededor del 24 por ciento.
Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) establecieron la tasa de desempleo en el 22,8 por ciento a finales del pasado año.
España dobla las cifras de paro de la Unión Europea y en el caso de los más jóvenes (menores de 25 años) supera el 50 por ciento, según los últimos datos de la oficina de estadística europea, Eurostat.
El Banco de España considera que la reforma laboral aprobada por el Gobierno que preside Mariano Rajoy poco después de su llegada al Palacio de la Moncloa, será fundamental para volver a la creación de empleo, pero advierte asimismo de que sus efectos no van a ser inmediatos.
El organismo supervisor ve prioritario despejar las dudas que planean sobre la economía española mediante la culminación de la reestructuración del sistema bancario y el cumplimiento estricto de los objetivos de reducción del déficit público, fijado para este año en el 5,3 por ciento del PIB.
Por ello, reclama una ejecución rigurosa de los presupuestos del Estado -en los que ve el riesgo de que los ingresos se sitúen por debajo de lo previsto- y una vigilancia estrecha a comunidades autónomas y ayuntamientos para que el plan de pago a sus proveedores no genere «incentivos inadecuados» que les desvíen de la meta de déficit comprometida.
La confianza de los agentes económicos sigue siendo muy débil, como demuestra el consumo de los hogares, que cayó el 0,4 por ciento, lo que la entidad achaca al deterioro del mercado de trabajo, la caída de la riqueza de las familias y la entrada en vigor de la subida del impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).
La inversión empresarial, que se contrajo el 3,5 %, se vio afectada por el deterioro económico y el recrudecimiento de las tensiones financieras.
El sector exterior mantuvo su contribución positiva al PIB, aunque fue algo menor a la del trimestre precedente, ya que pasó de 0,9 a 0,6 puntos porcentuales, lo que se debe a un «ligero retroceso» de las exportaciones, según el Banco de España, que destaca que las ventas al exterior crecieron a un ritmo del 3 %, la mitad del observado a finales de 2011, lo que se enmarca en un contexto de desaceleración de los mercados mundiales.
La debilidad de la demanda interna se reflejó también en las importaciones, que descendieron a una tasa cercana al 7,5 % trimestral, con la única excepción de los bienes de consumo duradero, en particular automóviles.
La Unión Europea confirmó hoy el desvío fiscal español en 2011 con un déficit público del 8,5 % en lugar del 6 % previsto.
La deuda estatal española alcanzó en 2011 el 68,5 % del PIB, ocho puntos y medio más de lo que permite el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) de la UE, lo que sitúa a España entre los catorce países que incumplen las normas comunitarias.
La Comisión Europea no quiso anticipar acontecimientos hoy y explicó que sólo decidirá si España necesita ser sometida a mayor supervisión fiscal comunitaria una vez se hayan publicado las previsiones económicas de primavera el próximo 11 de mayo.