Con su bata blanca salpicada de sangre y yodo, el doctor Abdel Rahman, que atiende un puesto médico cerca de una barricada que defiende la plaza Tahrir, recuerda con rabia el ataque con armas de fuego que hoy mató a cinco manifestantes.
«Llegaron sólo para matar a nuestra gente», dijo el médico, que trabaja en un puesto montado con sillas, alfombras y bolsas de plástico, en medio de la plaza Tahrir, epicentro de las protestas contra el régimen de Hosni Mubarak, en el poder desde 1981.
Fue poco antes del amanecer cuando varios desconocidos, situados en un puente que cruza uno de los laterales de la plaza Tahrir, comenzaron a disparar indiscriminadamente contra la gente que se encontraba allí.
Algunos testigos dijeron que sólo utilizaron armas cortas, pero otro afirmó que había visto un rifle. Los disparos se produjeron sin que el Ejército, que custodiaba con sus tanques ese lugar, pudiera parar el tiroteo, que se prolongó durante más de media hora.
«Conseguimos detener a dos. Nos estaban disparando policías de civil y presos que han sido liberados», agregó el médico.
La mayoría de las víctimas, con heridas en la cabeza, el pecho y las extremidades, llegaron a ese puesto para recibir los primeros auxilios, pero cinco de ellos perecieron y entre doce y quince resultaron heridos.
Todo ello pasó horas después de que miles de partidarios de Mubarak intentaran desde el mediodía de ayer irrumpir en la plaza Tahrir, apoyados por jinetes montados a caballo y en camellos que entraron a galope a la plaza.
Fue la primera vez en la que grupos numerosos de partidarios y contrarios de Mubarak se enfrentaron frente a frente, y lo hacían en la plaza que ha sido símbolo de las protestas contra el presidente, guardada con celo por miles de personas que se reúnen allí.
En esos primeros disturbios hubo tres muertos y decenas de heridos, incluyendo un recluta que pereció al caer desde un puente, pero el pánico estalló mucho después, hacia las 4.00 hora local (2.00 GMT), con los disparos que hicieron desconocidos.
Desde que comenzaron los disturbios en la plaza Tahrir no se había visto tanta gente con vendas y gasas en la cabeza, en la frente o cubriendo los ojos, producto de las pedradas de ayer. Algunos llevaban brazos en cabestrillos y otros cojeaban.
El primer ministro egipcio, Ahmed Shafiq, pidió hoy disculpas a los ciudadanos por esos incidentes, que atribuyó a un «claro error» en el dispositivo de seguridad que está siendo investigado.
«Este es un asunto muy grave que no acepta nadie que ame al país. ¿Quiénes son los que entraron allí y quiénes son los que habían planteado eso?», se preguntó Shafiq.
La respuesta dicen tenerla los manifestantes que ocupan la plaza desde la semana pasada. «Son sólo criminales y militantes del (gobernante) Partido Nacional Democrático (PND)», aseguró Hosan el Wany, otro médico que estaba atendiendo a los heridos.
La situación en la plaza Tahrir era muy tensa hoy, especialmente en uno de los accesos, desde donde partieron los disparos.
En el resto del lugar, en cambio, se mantenían las escenas de cansancio que se notan en los manifestantes por las largas jornadas de protestas.
«Sólo queremos sacar a Mubarak de la Presidencia», añadió El Wany.