Los barrios Leblón e Ipanema, dos de los más tradicionales y acomodados de Río de Janeiro, amanecieron ayer con rastros de vandalismo dejados por los manifestantes que hicieron hogueras en la calle y saquearon tiendas.
La protesta, que fue contenida por la Policía Militarizada, sucedió a cinco días de la visita a la ciudad del papa Francisco, quien participará de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se desarrollará, la próxima semana, en Río de Janeiro. Cinco agentes resultaron heridos y 15 personas fueron detenidas.
Los manifestantes exigían investigaciones de casos de corrupción con contratistas del gobierno, denunciaron los millonarios gastos públicos del Mundial 2014 y el uso de helicópteros oficiales por parte del gobernador de Río, Sergio Cabral, y su familia. También denunciaron la represión policial de las protestas.
El Gobierno de Brasil ha expresado su preocupación por la seguridad del Papa ante el anuncio de nuevas protestas, la semana próxima, entre ellas, el grupo Anonymous Rio que convocó a una manifestación el lunes 22 frente a la sede del Gobierno de Río de Janeiro en la reunión que mantendrá allí Francisco con la presidenta Dilma Rousseff.
No obstante, el secretario de Seguridad Pública del Estado de Río de Janeiro, José Mariano Beltrame, afirmó ayer que el protocolo para el Papa está listo. «Uno sabe lo que va a pasar en la agenda de esta autoridad y el asunto de la manifestación es una cosa diferente, con la Policía Militarizada adaptándose, porque no es una cosa coordinada y no tenemos información de qué y cuándo las cosas sucederán», apuntó Beltrame.
El secretario de la presidencia, Gilberto Carvalho, por su parte, reiteró que están «tomando todos los cuidados de logística y seguridad».
La visita del Pontífice ha obligado a las autoridades brasileñas a desplegar una logística semejante a la de un carnaval y un esquema de seguridad ostentoso como el de una cumbre de jefes de Estado.
El esquema de seguridad fue organizado por el Ministerio de Defensa y reforzado tras las protestas que sacudieron a Brasil, en junio pasado, y por la decisión de Francisco de usar un «papamóvil» abierto y sin blindaje en los desplazamientos.
El plan inicial preveía la movilización de 12.000 militares y policías tanto en Río como en Aparecida, ciudad sede del mayor santuario brasileño y que el Pontífice visitará el miércoles próximo, pero ese número aumentó a cerca de 20.000, entre los cuales colaborarán 14.600 miembros de las Fuerzas Armadas.
La JMJ prevé que a Río llegarán 800.000 turistas brasileños y extranjeros, entre quienes 300.000 jóvenes peregrinos, la mayoría desembarcará en al menos 10.000 autobuses fletados. Sumados a los cariocas, los participantes en la Jornada pueden llegar a dos millones. Los vuelos directos a Río están agotados, según las agencias de viaje.
Un joven que viajaba en un autobús que lo transportaba a Río de Janeiro, para participar en el evento católico, falleció en un accidente de tránsito ocurrido en la Guayana Francesa, otros muchachos resultaron heridos. El Papa lamentó la tragedia.
En tanto, el papa Francisco usará el Twitter como herramienta para otorgar indulgencias a quienes estén sinceramente arrepentidos y no puedan asistir a la JMJ.
Para obtener una indulgencia, el Papa agregó seguir el evento en Brasil en vivo, ya sea a través de la TV, la radio o las redes sociales.