Hace cinco días empezaron en la ciudad precipitaciones más prolongadas y con mayor intensidad, lo que dejó en evidencia la fragilidad del cantón ante el temporal.
Tanto las zonas consideradas urbanas como las denominadas periféricas han sido afectadas de diversa manera. En el centro, norte y sur el estancamiento del líquido por el deficiente desfogue ha agravado más el problema de congestionamiento del tráfico vehicular.
La noche del jueves, solamente en tres horas de lluvia, en la avenida Pedro Menéndez Gilbert, producto del deficiente drenaje, se invisibilizaron los muros que separan los carriles de la calle y los baches de algunos tramos.
Varios conductores por momentos se vieron en riesgo de chocar cuando otros vehículos les chispeaban agua a los parabrisas.
Uno de los choferes, que omitió su nombre, comentó que por varios segundos no pudo ver la carretera y condujo a ciegas, por lo que fácilmente pudo atropellar a alguien.
Mientras que en Urdesa algunas avenidas deterioradas por obras que se hacen en las aceras, complicaron más a los conductores que en los extensos charcos se topaban con piedras que producían daño a los vehículos.
En la misma zona norte, en el tramo comprendido entre la avenida de las Américas y la Luis Plaza Dañín, decenas de estudiantes universitarios y trabajadores, alrededor de las 18:00, soportaron el agua que salpicaban los automotores.
“Hay choferes que hacen eso con mala intención y otros, por ser inevitable por las pozas que se forman en la calle, nos terminan mojando, pese a que manejan despacio”, expresó Luis Guzmán, un vendedor ambulante de pan, que ayer por la noche llevaba su producto en una bicicleta.
Para trasladarse desde el terminal terrestre hasta la ciudadela Cóndor, lo que normalmente puede tomar 20 minutos, ayer se duplicó. Esto debido a que la avenida Francisco de Orellana, como ha ocurrido en los 11 primeros días de este mes, se convierte fácilmente en una piscina.
Pero la avenida Las Aguas, al norte, es uno de los sitios más álgidos en el tema de las zonas urbanas con mayores problemas. Ayer, en uno de sus tramos, a los vehículos más bajos les ingresó agua al interior y se les apagó el motor.
De mantenerse la misma deficiencia en el desfogue de las aguas y si se cumple el pronóstico del Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno El Niño (Ciifen), la situación se agravaría en la ciudad, pues en un reporte de inicios de año se indica que la tendencia de las precipitaciones sería que llueva más.
Mientras que el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inhami) coincidió con aquello, cuando, entre este martes y miércoles constató que el aguacero que duró toda la noche igualó la cantidad de agua que cayó en una quincena.
Ese día, zonas residenciales que cuentan con todos los servicios básicos, como la ciudadela Kennedy, presentaron alto nivel de inundación que casi ingresa a las casas.
En las segundas y terceras etapas de las Alboradas, mientras aún continuaba garúa, se podía ver carros dañados por caídas en los baches. Uno de los afectados fue Freddy Ordóñez, a quien en la tercera etapa se le ahogó el carro cuando pasó por un charco.
La tendencia del clima en la semana ha sido que las precipitaciones se repitan en las noches y las madrugadas, y días soleados hasta las 13:00.
El noreste, un punto frágil
Surcado por cerros, calles sinuosas sin pavimentar y caracterizado en varias partes por la ausencia total de servicios básicos, el noreste de la ciudad tiene graves falencias en cuanto a la evacuación de aguas lluvias, que se acumulan en las calles y que forman verdaderas piscinas en esta populosa zona de la urbe.
Este es el caso de Monte Sinaí. En la cooperativa Ebenezer, aproximadamente 30 casas fueron perjudicadas por las lluvias de días pasados, que causaron una acumulación de agua que llegaba hasta las rodillas.
Algunas viviendas, como la de Eva Martillo, estaban a punto de colapsar por el agua acumulada por cerca de dos semanas.
La cooperativa Realidad de Dios también sufrió graves afectaciones cuando este miércoles una parte del terreno cedió, dejando una brecha de aproximadamente dos metros, que incomunicó a dos partes de este sector, donde viven alrededor de 100 mil habitantes.
Una asociación de motociclistas que brinda el servicio de transporte, así como madres de familia y trabajadores en general, debieron interrumpir sus labores por el impedimento en la ruta.
Este fue el caso de Carlos Ramos, quien ingresa a su trabajo a las 05:00 y debe salir de su casa en la madrugada, a las 03:00.
“El agua nos daba al pescuezo y tuve que llamar a decir que no podía salir, tuve que perder un día de trabajo y eso para mí es muy grave”, sostuvo.
Hasta el momento, producto del invierno, en Guayaquil se han reportado daños en más de 30 viviendas y más de 300 familias perjudicadas.
Uno de los casos más dramáticos se registró hace varios días en Mapasingue Este. En dicho lugar, la casa se deslizó por varios metros y quedó casi al borde de una pendiente.
Asimismo, han perdido la vida dos personas, luego de que una pared se derrumbará en Flor de Bastión y cayera en sobre una casa que en ese instante estaba habitada por una madre y su hija.
Otros lugares en los que hay altas probabilidades de que las viviendas sufran colapso de sus estructuras son Bastión Popular, Nueva Prosperina y Florida, por encontrarse en zonas donde los terrenos son inestables.
Ayer la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR) informó que junto al Municipio de Guayaquil están limpiando las zanjas para el desagüe de las aguas represadas hacia el canal de Monte Sinaí.
También acuden brigadas del Ministerio de Salud Pública (MSP) para asistir a moradores y prevenir enfermedades.