Parecía que el viento estaba furioso. Doblegaba al más joven de los árboles de eucalipto y sus soplidos intensos se escuchaban cuando movía las hojas secas.
El viento era el principal enemigo de los bomberos que en la tarde y noche del sábado intentaban apagar las llamas en la zona del páramo de Ticantilín, en el lado sur del volcán Cotopaxi (parroquia Mulaló), en la provincia del mismo nombre.
Según estimaciones del comandante de Bomberos de Latacunga, Juan Fernando Chiluisa, el siniestro ya había consumido desde el miércoles pasado más de mil hectáreas de pajonales y bosques.
La decena de elementos que llegó desde Pujilí, Saquisilí y Latacunga no podía contra ese enemigo poderoso que era el viento, que en segundos convertía en cenizas varias extensiones pajonales, chuquirahuas y musgo.
Cinco unidades de bomberos se abastecían de las acequias y lagunas cercanas para lograr combatir el incendio. Eso se conseguía solo en las zonas en donde había caminos, pero en plena montaña el acceso era difícil por lo agreste del terreno.
Desde el aire, dos helicópteros equipados con Bambi Bucket (sistema para apagar incendios forestales) del Ejército lanzaban agua a los extensos pajonales que ardían en llamas. Desde ayer iba a integrarse al combate del fuego una nave de las Fuerzas Armadas colombianas con el mismo sistema.
Los pobladores de las comunidades aledañas a San Agustín de Callo y de la parroquia Mulaló ayudaban a controlar el siniestro con palas y motosierras para retirar del camino los árboles caídos. Las lenguas de fuego aparecían en cualquier parte. Empezaban como amagues y en segundos eran gigantes.
La tarde del sábado, los bomberos combatían en tres puntos: Ticantilín, Ilitio Bajo y la Hacienda Ilitio, donde existe un centro de rescate de animales. Allí estaba un oso de anteojos estresado por el humo que cubría todo el sector.
El incendio alcanzó las instalaciones de pino de la empresa Aglomerados Cotopaxi, cuyo personal trataba de evitar que llegara a las plantaciones, porque el fuego podría extinguirse más rápido.
La propia subsecretaria de Patrimonio Natural, Tania Villegas, comandaba con unos 20 guardaparques un operativo para evitar que las llamas llegaran al Parque Nacional Cotopaxi (PNC). La funcionaria aclaró que el fuego no ha alcanzado las áreas protegidas del PNC, Reserva El Boliche ni el de Los Ilinizas, sino que son pajonales que hay en la zona de amortiguamiento (fuera de los límites del Parque).
“Hemos tenido incendios a unos 2 km del Parque, el incendio está en las afueras… Nos interesa que los espacios de alrededor del parque sean lo menos afectados para evitar problemas con los animales, vegetación”. Explicó que estos incendios son provocados por los humanos. El fin de semana se detuvo a tres adolescentes con fósforos en la mano.
Patricio Arellano, quien reside hace unos diez años en San Elías, miraba con preocupación y asombro la cercanía del incendio a su propiedad. “Esto es provocado, ¡qué bárbaro!, muchas veces por los conejos (los campesinos) prenden el pasto y con la humareda salen los animales y los cazan”.
Desde el viernes rige la alerta naranja en nueve provincias por los incendios forestales. Esta medida, declarada por la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, surge después de la devastación de más de 4.000 ha de bosque en el país, desde junio pasado, 2.000 de estas solo en Quito.
Los incendios continuaron durante este fin de semana en Quito y las parroquias aledañas. Según el último reporte del Centro de Operaciones Emergentes Metropolitano el principal incendio se registró en la zona de Ungüi.