Sin poses. De vestir sencillo pero con firmeza al expresar sus ideas, Camila Vallejo Dowling y Karol Cariola Oliva, líderes del movimiento estudiantil universitario y de las juventudes comunistas de Chile, recibieron al equipo periodístico de Andes, pocas horas antes de participar del encuentro internacional Luz Alfarista en Guayaquil, al que fueron invitadas junto a otros representantes de izquierda de la región para conmemorar los 117 años de la Revolución Liberal del 5 de junio de 1895.
En el lobby de un hotel guayaquileño, Vallejo (24 años) y Cariola (25), protagonistas de las más fuertes protestas sociales a favor de la gratuidad de la educación después del fin de la dictadura de derecha de Augusto Pinochet, se refieren con optimismo al proceso democrático ecuatoriano y de la región.
No obstante, las dirigentes también prenden las alertas para que los cambios no se detengan en la región y para ello apelan a la unidad de los movimientos sociales en un horizonte de progreso, justicia e igualdad. También destacan el rescate de la educación pública, que es la esencia de las reformas que plantea el gobierno del presidente Rafael Correa.
Su visita coincide con la conmemoración de la Revolución Liberal del 5 de junio de 1895, ¿qué expectativas tienen de estar en el país?
K.C. Estamos contentas de estar en Ecuador. Hemos hechos visitas a varios países de América Latina y del mundo. En Chile estamos viviendo un proceso de movilización desde hace dos años y queremos conocer los procesos democratizadores que se viven en Ecuador y de esta Revolución Ciudadana. Queremos aprender de estos procesos, de sus progresos y errores para construir nuestro propio proyecto en Chile.
Los presidentes Rafael Correa y Evo Morales en el seno de la OEA han hecho un llamado a revolucionar, ¿cómo identifican a las fuerzas que pueden poner en riesgo ese pedido?
C.V. Todo proceso de transformación implica riesgos y justamente cuando se profundizan esos cambios democráticos las trabas son mayores. Enfrentan a un aparataje institucional, político, económico que no solo tienen domicilio en cada país sino en el mundo. Es por eso que gobiernos de la región deben apostar por una relación fuerte con los movimientos sociales que tengan una base social consolidada y diversa. Esa será la principal herramienta para enfrentar esas amenazas.
Presidentes progresistas de la región han acusado a las empresas de comunicación y grupos económicos como los obstáculos, ¿coinciden con esas posturas desde la perspectiva chilena?
K.C. Creemos que el principal rival más que las grandes corporaciones mediáticas es el neoliberalismo, modelo político y económico que ha calado profundamente en nuestro desarrollo cultural. Es el principal opositor a los procesos de reivindicación. El neoliberalismo pone el rol privado sobre el público y los derechos de los pueblos. En este contexto algunos medios de comunicación privados han jugado un rol para sostener, desde el punto de vista cultural, ese modelo.
C.V. En Chile desde la dictadura se implementó un modelo económico de libre mercado. Familias golpistas están detrás de los grandes medios. Entonces detrás de esta herramienta comunicacional ideológica finalmente están grupos económicos que no solo dominan a los medios, sino que determinan las políticas públicas. Enfrentarse a esos grupos es complejo, pero a pesar de eso, la conquista del movimiento estudiantil es haber logrado en el 2011 el debate por cambios en la sociedad, a propósito de la lucha por una educación gratuita, pública y de calidad.
¿Cuál fue la mecha que provocó el estallido social del 2011 en un país al que se consideraba el modelo a seguir en América Latina?
C.V. Había un malestar social que se venía profundizando desde hace algunos años, pero que no sabía cómo canalizarse. La dictadura no solo se dedicó a asesinar, torturar o desaparecer, algo que nadie puede desconocer, sino que profundizó un modelo de desigualdad. Chile ha crecido, indudablemente, pero ese crecimiento del capital tiene un patrón acumulativo de unas 4 mil familias. Hay una desigualdad que se vive diariamente en los bajos sueldos, en la privatización de la educación y esto sumado al descrédito de las instituciones que funcionaban solo para el interés del capital provocaron ese malestar. Entonces el movimiento estudiantil supo interpretar ese descontento y lo supo canalizar.
En Ecuador se vive un proceso de reforma en la educación superior que busca la excelencia mediante una suerte de evaluación a los alumnos e instituciones académicas, ¿como líderes del movimiento estudiantil chileno cómo ven este proceso?
K.C. La esencia del proyecto ecuatoriano es rescatar la educación pública, es uno de los principales elementos que destacamos, más allá de que todos los procesos son objeto de revisión. En líneas generales nosotros concebimos las transformaciones en educación con alta participación social y en ese sentido valoramos los procesos que recuperen el sentido de gratuidad, calidad y la educación como un derecho fundamental.
C.V. La lucha debe ver un solo horizonte de que la educación es un derecho universal y no es un bien de consumo.
¿Cómo analizan ustedes el liderazgo del presidente Rafael Correa en el contexto regional?
K.C. Nosotros validamos los procesos democráticos que se han consolidado en distintos países de la región, cada uno con sus matices. Pero sin duda en Ecuador vemos como se han dado trasformaciones importantes en el corto plazo, pese a los intentos golpistas y ataques internacionales que han enfrentado. Vemos a un presidente consecuente con un proyecto de izquierda. Correa se ha mantenido firme y nosotros creemos que hace muy bien que este gobierno se desarrolle en Ecuador y le hace muy bien a la región. Nos parecen actitudes muy valientes cuando abiertamente defiende la soberanía de Cuba y de las islas Malvinas para Argentina, la autodeterminación de los pueblos, cuando se manifiesta abiertamente contra el neoliberalismo. Eso devuelve la credibilidad de que hay personas y proyectos que no aspiran a sostener el capital sino que logran generar transformaciones desde la construcción colectiva. Saludamos ese proceso y fuimos una de las organizaciones que se manifestó fuertemente cuando se intentó dar un golpe de estado (el 30 de septiembre del 2010).
C.V. En Europa escuchamos muchos comentarios que Latinoamérica es una esperanza para el mundo, es un referente. Es hora de que América Latina y el Caribe asuman ese rol de transformar el modelo que nos gobernó por décadas.
¿En el futuro inmediato qué se plantea el movimiento estudiantil chileno?
C.V. Estamos en una situación muy compleja, pues si bien es cierto aún hay mucho respaldo a nuestra propuesta, no se ve un resultado de decisión política del gobierno (de derecha de Sebastián Piñera). Y eso lo viene a reafirmar en su último discurso del 21 de mayo último porque no va a avanzar en la gratuidad de la educación, porque la cataloga de injusta. Sigue planteando una política neoliberal y eso nos obliga a replantear estrategias para ver como posibilitamos las transformaciones. Estamos discutiendo para ver como interactuamos con otros movimientos sociales para generar una alternativa que cambie esta institucionalidad política.
La protesta del movimiento chileno ha sido alabada pero también criticada, ¿cuáles son sus detractores?
C.V. Los medios de comunicación nunca han estado a favor de los movimientos sociales. Cada vez que hay una expresión de movimientos sociales que plantean subvertir las actuales condiciones de explotación, de lucro, vienen los aparatos represivos y los medios de comunicación los validan a través de la criminalización de la protesta social.
¿A qué estrategias le apuestan para evitar un desgaste de la protesta?
C.V. Tenemos muchos compañeros que han sido detenidos, creemos que es importante dar énfasis en la batalla de las ideas y el rol de generar contracultura a los medios de comunicación y a la expresión pacífica, innovadora y creativa en las calles.
¿Qué conocen del legado del General Eloy Alfaro?
C.V. Conocemos el rol histórico que tuvo ese proceso revolucionario y que el gobierno quiere darle una continuidad. Queremos conocer más el proceso, qué elementos se recogen de ese liderazgo revolucionario, qué rol ha jugado para el contexto ecuatoriano y latinoamericano y cómo esos aspectos son hoy aplicables en un contexto de transformación.