Tal y como si se tratara de una película de horror, los habitantes de Zámbiza sufrieron momentos de pánico por el inminente peligro que las llamas ocasionaron al acercarse a las viviendas de la zona.
La histeria colectiva se apoderó de los moradores cuando el incendio quemó dos viviendas próximas al barrio La Playita: una cabaña abandonada y el Refugio Bumba Toquilla, propiedad de Víctor Tufiño.
“Desconecten los tanques de gas y envíenlos a Quito”. Esa frase fue generalizada por los zambizeños. Por lo que entre las 13:00 y las 14:00, niños, mujeres embarazadas y adultos mayores ayudaron a retirar las bombonas de las viviendas con la ayuda de los bomberos.
En las calles los adultos suplicaban a los vecinos con vehículos que se llevaran a sus niños a un lugar seguro de la capital. Los carros circulaban a prisa por el sector, varios lloraron cuando Sofía Guamanzara, una niña de cinco años, se despedía de su padre, Carlos Guamanzara, desde el espejo posterior del auto de un vecino.
Y entonces inició un escenario pintoresco y caótico: militares, bomberos, policías nacionales y metropolitanos, guardabosques y los propios zambizeños corrían sin dirección concreta para intentar socorrer a las víctimas de asfixia.
La Sala de Velaciones San Miguel se convirtió en un improvisado centro de atención médica, donde las personas con afecciones respiratorias eran trasladadas para ser atendidas en la Cruz Roja. Pero había un serio inconveniente: todas las farmacias de la zona -y los negocios, en general- tenían las puertas cerradas… La mayoría se había dirigido a otros sectores.
Hubo un problema mayor que perjudicó la mitigación del incendio que inició a las 07:00: la red hídrica de Zámbiza era deficiente. Es decir que no había presión suficiente para que los tanqueros llenaran 5.000 galones de agua.
Así, cada tanquero se dirigía al sector de Gualo, en la entrada de la parroquia rural Llano Chico, para cargar del líquido. “Nos demoramos entre 20 y 25 minutos en ir y volver con agua”, dijo Vicente Nilquinga, jefe de tanqueros de la Emmap.
Así, el tanquero entregaba el agua a los hidrosuccionadores del Municipio que inmediatamente eran conectados a las mangueras de los bomberos para sofocar las llamas.
Siempre hubo solidaridad y compañerismo entre los moradores, apenas había alarma de incendio todos se dirigían a la casa de emergencia para contrarrestar con agua, ramas, machete y tierra las llamas cercanas. Incluso, las puertas de las viviendas de los “propios” zambizeños estaban abiertas y todos ingresaban sin que nada se perdiera.
Aproximadamente a las 14:00, la Empresa Eléctrica Quito suspendió el suministro de electricidad en la zona para evitar que potenciales cortocircuitos en los postes de energía aceleraran el proceso de quema de vegetación.
La información oficial del Municipio sobre los heridos era desconocida hasta el cierre de esta edición, pero extraoficialmente se conoció que hay ocho heridos con traumatismos menores por intentar apagar los incendios.