Desde las 10:30 hasta las 12:30 de ayer las familias asentadas en la zona colindante con la invasión Ciudad de Dios decidieron voluntariamente desmontar sus viviendas.
Este sector, al igual que Monte Sinaí y Voluntad de Dios, es un asentamiento ilegal, ubicado al noroeste de Guayaquil.
“Nos vamos por el anuncio del Presidente, para evitarnos problemas”, declaró Fredy Marmole, habitante de la otrora zona invadida.
Mientras desclavaba las cañas de su casa, el hombre comentó que llegó hace cinco meses a este paraje sin nombre visible en algún letrero. Allí hay cerca de 50 casas vetustas.
La invasión colinda con Ciudad de Dios y es el último tramo del populoso sector que tiene casas habitadas.
“A esto se lo llama Tony Estacio, supuestamente ya habían solucionado los papeles originales los dirigentes. Mucha gente se confió”, dijo Marmole.
Las demás casas que conforman esta reciente invasión lucían deshabitadas. Son de reciente construcción.
En Ciudad de Dios un patrullero de la Policía recorría la zona vigilando.
“Se realiza un control debido a que los que están vendiendo las tierras quieren tomar represalias contra estas personas”, declaró el teniente álex de Mora.
Hoy se destinaron dos patrulleros para recorrer el sector. El martes el presidente Rafael Correa dispuso que el lugar permaneciera militarizado, pero los moradores declararon haber visto solo a la Policía patrullar la zona.
En el recorrido realizado por El Telégrafo en los alrededores de Ciudad de Dios, Monte Sinaí y Voluntad de Dios no se observó la presencia de militares.
En el mismo sector lodoso y de difícil circulación, donde Marmole desarmaba su casa, Susana Pacheco y su hijo recogían las tablas de lo que fue su vivienda.
“Cuando habla el Presidente hay que hacer caso y él dijo que esto está prohibido”, declaró Pacheco, quien tenía dos meses viviendo ahí.
“Un día me vine a visitar a una amiga en Ciudad de Dios. Me dijo que me coja este solar y lo hice. A mí ningún dirigente me ha quitado plata. En otro sector sí pedían dinero, pero aquí no”, manifestó.
Los dos vecinos que desarmaban sus casas declararon que diez familias habían hecho lo mismo con sus viviendas desde la mañana, para no perder los materiales en un eventual desalojo.
Se encuentran esperanzados, aunque tienen dudas sobre el censo que les permitirá reubicarse.
Situación similar se veía en las viviendas más vetustas de la colindante Ciudad de Dios. Mujeres cargaban troncos de caña para llevárselos en fletes que cobraban $ 10 por cada viaje. En materiales han invertido -dicen- hasta $ 200.
Sin embargo se observaba que algunas personas medían terrenos y cavaban espacios en los terrenos deshabitados de la cooperativa Voluntad de Dios.
Durante el recorrido los habitantes reconocieron el patrullaje de la Policía y algunos manifestaron que los militares estuvieron solo en la mañana en la zona.