Los resultados electorales advierten un proceso político remozado y unas urgencias para las fuerzas políticas en decadencia si quieren seguir en la disputa por el poder político.
Y en la práctica hay dos certezas de fondo: por primera vez el Ecuador tiene una organización (y de izquierda además) con representación, reconocimiento y legitimidad de carácter nacional, con altos índices de votación; y la derecha ecuatoriana y el populismo clientelar pierden terreno, aunque una o dos de sus figuras se instalen en el porcentaje que era obvio obtendrían quienes están en contra del actual modelo.
Con su complejidad y diversidad, PAIS supera sus propias expectativas y compra un escenario complicado: sin oposición en la Asamblea, no tiene ya motivos para no acentuar su proyecto y hacer realidad sus promesas de campaña. En particular, está por verse cómo se concreta el cambio de la matriz productiva y todas sus implicaciones en diversas dimensiones. Y ahí habrá mucha tela por cortar, sin desconocer que la mayor oposición seguirá en la prensa privada y comercial, como ya se ha vuelto a constatar en los últimos días.
De hecho, la prensa privada no ha leído el resultado electoral, ha sido miope para entender el mensaje y sigue sustentando tesis como si la voluntad del electorado nada tuviese que ver con ellos y siguen jugando a ser los abanderados de los derechos humanos, las libertades y el mercado.
PAIS tampoco tiene un cheque en blanco y por ahora el triunfo sabe a mieles y vino, pero la cercanía de las elecciones locales deberá revelar hasta dónde ha crecido y ha madurado como fuerza orgánica en cada una de las zonas. A la vez, desde ahora está latente en muchos de sus dirigentes la transición a una era post Rafael Correa. En ese plano, aunque parezca temprano, se juegan muchas cartas, escenarios y figuras.
Lo inobjetable es el resultado electoral, que parece algunos movimientos derrotados no leen aún: la geografía política convoca a una pedagogía distinta para ellos. Asumamos que no todo está dicho: ¿desde qué plataforma política esos ausentes de la dinámica diaria van a colocar sus tesis? ¿Van a trabajar (como ya lo hace CREO) en la próxima elección de los gobiernos autónomos? ¿Solo en ese escenario y con los mismos presupuestos políticos: haciendo oposición a todo y buscando corrupción debajo de las alfombras?
En esa nueva geografía hay relieves y declives que pueden advertirse como la fotografía del momento, pero también como la expresión de un proceso (para seguir usando el símil) magmático profundo.
Por ello quizá vale la pena advertir, porque los analistas opositores han perdido esa objetividad ante el fracaso de sus propias tesis, que el cisma que añoran no será necesariamente por vía electoral sino por la construcción de un movimiento más amplio y autocrítico de la izquierda para revolucionar la Revolución Ciudadana. En ese supuesto escenario en PAIS hay muchas cabezas, ideas y hasta disputas que constituirán un polo intensamente democrático para sostener un proceso más allá de las elecciones, el retiro de Correa o las circunstancias económicas.