Egipto vive desde este jueves tres días de duelo nacional por la muerte de 74 personas en incidentes tras un partido de fútbol en Port Said. Las cifras oficiales dan cuenta además de 188 lesionados.
La tragedia ha derivado en varias reuniones urgentes de la Junta militar, que gobierna el país desde febrero pasado, y del Parlamento, desde donde se han anunciado investigaciones y sanciones.
El primer ministro egipcio, Kamal Ganzuri, reconoció su responsabilidad política por los disturbios, y dijo que «está dispuesto» a rendir cuentas si se lo piden, admitiendo que desde que asumió el poder, a finales de noviembre pasado, «la calle egipcia» no le quiere.
Asimismo el funcionario anunció que se ha destituido al jefe de los servicios de Inteligencia y Seguridad de Port Said, donde ocurrieron los sucesos. Se aceptó también la renuncia del Gobernador de la localidad.
Precisamente el presidente del Parlamento, el islamista Saad Katatni, responsabilizó de los hechos a la «deficiencia y la negligencia» de los aparatos de seguridad.
Katatni es miembro de los Hermanos Musulmanes, el partido político más grande del país después de las últimas elecciones, que ha señalado como autores de la violencia a los partidarios del ex presidente Hosni Mubarak.
«Los sucesos de Port Said fueron premeditados y son reminiscencias del régimen anterior», aseguró uno de los legisladores de ese partido, Essam al Erian.
Algunos diputados pidieron también la dimisión del ministro del Interior, Mohamed Ibrahim.
Hoy, Mohamed Yunis, director del estadio escenario de los choques, señaló a medios egipcios que la policía no actuó por miedo a los hinchas.
Yunis comentó que los policías «se limitaron a mirar porque temían que les lincharan».
Los enfrentamientos ocurrieron ayer entre los aficionados del club local Al Masry y los de Al Ahly, al término de un partido ganado por el primero (3-1).
Tras concluir el encuentro, los hinchas del Masry se lanzaron al terreno y arremetieron contra los visitantes con botellas incendiarias, artefactos pirotécnicos, piedras y otros objetos.
Testigos presenciales dijeron que los hinchas del Al Masry no encontraron ninguna resistencia por parte de las decenas de agentes antidisturbios que había desplegados en el campo.
En la sesión de este día, el Primer ministro anunció además la destitución de la directiva de la Federación de Fútbol Egipcia y el inicio de una investigación a todos sus miembros.
Los incidentes han sido calificados por las autoridades como la peor y mayor tragedia del fútbol nacional. La Liga de Primera División quedó definitivamente suspendida.