El soldado Bradley Manning, acusado de filtrar miles de documentos clasificados a WikiLeaks, subió ayer por primera vez al estrado para contar el “estrés” y lo “desmoronado” que se sintió tras su detención en 2010 y escenificar el régimen de vigilancia que sufrió en EE.UU.
El militar, vestido con uniforme azul, compareció tranquilo y respondió con elocuencia a las preguntas de su abogado civil, David Coombs, en el tercer día de las audiencias previas al juicio militar previsto para el 4 de febrero, que se celebran esta semana en la base de Fort Meade (Maryland).
Manning contó durante más de 5 horas los detalles de su detención en Irak en mayo de 2010, desde donde fue trasladado a unas instalaciones militares estadounidenses en Kuwait, antes de ser transferido a la prisión de la base de Quantico (Virginia) en julio. “Estaba en una situación bastante estresante y estaba recibiendo muy poca información”, dijo Manning en una esperada audiencia en la que reconoció que llegó a temer por su vida. “Me acuerdo que pensaba ‘voy a morir’. Creía que iba a morir en una celda”, en Kuwait, narró.
El soldado evocó los primeros días de su arresto como “difusos”, en los que se sintió “perdido” y quedó incomunicado de su familia durante 9 días.
Manning, que se mostró compenetrado con Coombs, gesticuló y sonrió en varias ocasiones, aseguró que tampoco recibió ningún tipo de información cuando fue trasladado a Estados Unidos.
No obstante, indicó que sintió “alivio” cuando se enteró en una escala en Alemania de que el destino final era el aeropuerto internacional de Baltimore (Maryland), ya que había especulado con la idea de que lo enviaran a Guantánamo (Cuba).
La misma sensación tuvo al llegar a la prisión de Quantico. “Sé que no era el lugar ideal”, admitió, pero después de dos días de viaje volvía a tener aire acondicionado, paredes sólidas, agua caliente y pensó que su familia podría visitarlo: “Era maravilloso estar en territorio estadounidense”.
Sin embargo, vivía en una celda de poco más de un metro por 2,5 con lo mínimo, como escenificó en una silueta que fue recreada con trazos blancos en la moqueta azul de la corte, sobre la que señaló la cama, el lavabo y el inodoro, en la que “no tenía una ventana, ni acceso a la luz natural”.
Desde julio de 2010 hasta abril de 2011 estuvo en un estricto régimen de máxima seguridad y prevención de suicidio, pese a que dos de los psiquiatras que lo trataron indicaron a sus superiores poco después de su llegada que no era necesario.
Ese régimen requería que estuviera 23 horas al día en su celda, le quitaban las gafas que necesita para ver y no se le permitía tener papel higiénico en la celda sino que tenía que pedirlo, algo que la defensa ha considerado “denigrante”.
El soldado mostró también cómo se le obligaba a dormir con una bata acolchada de seguridad -con forma de chaleco antibalas que se cierra con velcro- que le resultaba incómoda. “Nunca hice nada para hacerme daño a mí mismo”, afirmó Manning.