El misionero español Miguel ángel Cabodevilla, quien ejerce su labor en la Amazonía ecuatoriana fronteriza con Colombia, propuso hoy declarar a las tribus amazónicas apenas contactadas «patrimonio de la humanidad», ya que se trata de grupos «especialmente valiosos».
El sacerdote capuchino abogó por su protección en el curso sobre «Derechos humanos, desarrollo humano y ciudadanía» que tuvo lugar en la Universidad Pública de Navarra (UPN), con sede en la ciudad de Pamplona (norte de España).
Cabodevilla explicó que en su experiencia amazónica ha mantenido encuentros con un grupo minoritario, los llamados «taromenani», que son posiblemente parte de una tribu ya contactada en Ecuador, los «waorani».
Estos grupos representan «un gran desafío» a los denominados «derechos internacionales», porque se encuentran en «el extremo más alejado» de la concepción del mundo occidental y han optado por la «no comunicación».
El misionero subrayó que en el desconocido «continente» de la Amazonía, persisten estos «reductos de un patrimonio humanitario», que pueden aportar pensamientos, conocimientos, formas de vida y de memoria que un occidental apenas puede imaginar.
Cabodevilla resaltó no obstante lo difícil que resulta la convivencia con estos grupos aislados, ya que «la supervivencia en la selva impone costumbres 'morales', de comportamiento, familiares o económicas» que pueden parecer «absurdas, ilegales o reprobables», pero que «en la selva, viendo cómo funciona aquel cosmos, se entienden».
Además, apuntó, resulta «muy complicado» tener un contacto con individuos que «jamás tienen la oportunidad de conocer a alguien diferente» y que en toda su vida conocen como media a unas ochenta personas de su entorno, lo que exige tener «muchísima paciencia».
El sacerdote agregó que, por el contrario, también es «muy peligrosa» la idealización de estos grupos, porque «generalmente los 'roussonianos' pasan de la admiración al desprecio y eso me ha pasado muchas veces en mi vida».
La selva «es increíblemente dura y entonces no se puede tener una vida muy poética, no se puede ser muy delicado, porque la capacidad de sufrimiento que estas personas acumulan es tan grande que igualmente te la aplican a ti».
«Cuando lancean, quiere decir que ellos pueden ser lanceados y no van a llorar, no se van quejar, no van a gritar», dijo el misionero.