«Alguna vez de un costado de la luna/verás caer los besos que brillan en mí», es lo que dice Alejandra Pizarnik en uno de sus poemas. Los besos suelen ser de diferentes intensidades e intenciones, pero estos en particular tienen un grito implícito… Hoy a las 10 de la mañana, en los exteriores de la Corte Provincial de Justicia de Guayas, los colectivos de gays, lesbianas, transexuales e intersexuales (GLBTI) realizarán una actividad a la que han denominado «beso público» -que se realizó por primera vez el año pasado- como parte de su jornada de protesta contra la homofobia, un día que se recuerda hoy y en el que estas agrupaciones buscan hacer oír su mensaje en contra de la discriminación sexual.
Lía Burbano, presidenta de la Asociación Lésbica «Mujer y Mujer», dice que el objetivo de estas manifestaciones es la visibilización y lograr que la gente los reconozca. «Los espacios públicos son los únicos donde podemos mostrar a la gente que somos parte de la población».
Con o sin beso -dice- esta exteriorización es una forma de resistencia contra la mentalidad tradicional de la sociedad. «El sistema nos obliga a pensar que la heterosexualidad es lo correcto; pese a que la Carta Magna estipula el reconocimiento de la orientación sexual, aún persiste la discriminación», indica.
Pese a que la lucha de las agrupaciones GLBTI va encaminada en la misma dirección, otros colectivos se muestran renuentes ante actividades de este tipo. «No participamos porque no creemos que el hecho de besarse cambie las cosas. Hay que generar otros elementos.», afirma Ana Almeida, de Proyecto Transgénero.
Por esto asegura estar en contra de los «guetos». «Soy partidaria de la convivencia entre diversidades en vez de segregar espacios», indicó.
María Amelia Viteri, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), considera que en Quito existe mayor tolerancia, un escenario diferente al que -dice- se vive en Guayaquil. «Personas de diferente orientación sexual de otros países se sintieron cómodas en la capital, mientras que en Guayaquil recibieron la advertencia de no expresar sus sentimientos en público».
Juan Carlos Masabanda, coordinador de la Fundación Equidad, resaltó que este asunto se trata de un tema sectorizado. «En Quito hay ciertas zonas donde existe más respeto, pero se dan situaciones también. Sé de un compañero que se rió en voz alta con su pareja y un guardia les dijo «dejen de reírse como locas», contó el activista.