Llena de angustia e incertidumbre por el estado en que se encontrara su hija de 14 años, Janeth Morales Fernández viajó el pasado 31 de diciembre a Santa Elena, desde Guayaquil, con la intención de traerla de regreso.
Un día antes, la adolescente había abandonado su hogar en compañía de un joven de 17 años, quien fungía de ser su enamorado.
La mujer recuperó a su hija, pero advirtió al adolescente y a su familia que se mantengan lejos de ella, o sino adoptaría acciones legales.
Y así fue. Una semana después, Morales acudió a la Fiscalía adjunta a la Policía Judicial del Guayas para denunciar el presunto rapto de su hija desde su hogar, ubicado en la ciudadela Ferroviaria.
Una experiencia similar vive Juana Gutiérrez Parrales, quien denunció que su hija de 15 años habría sido raptada por un sujeto apodado, en el sector de la Floresta 3, como “Juli” y de quien sabía que la acosaba en los exteriores del colegio. La joven desapareció a las 21:00 del viernes anterior.
Juan Carlos Mina, jefe de la Policía Especializada en Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) en Guayas, explicó que estos casos son catalogados por la entidad como abandonos voluntarios de hogar y el 100% son solucionados.
El oficial relató que durante el año 2011 se reportaron 300 casos, de los cuales apenas fueron detenidos 20 sospechosos.
Eso sucede, explicó, porque las mismas adolescentes tratan de encubrir al individuo, mintiendo sobre su identidad y posible paradero.
“Muchas veces el infractor está en el mismo lugar y las adolescentes, cuando las rescatamos, dicen que ya se fue o que la dejó sola. Después, cuando se realiza la investigación determinamos que quien ha estado en el lugar ha sido el raptor”, relató César Chiriboga, agente policial, quien agregó que muchas veces los raptores son casados o tienen sus compromisos, lo que evidencia que están acostumbrados a frecuentar y llevarse a las adolescentes.
La cifra del año pasado superó la registrada en 2010, cuando la Dinapen recibió el reporte de 240 casos de abandono voluntario de hogar en la provincia.
Rocío Córdova, procuradora de Adolescentes infractores, indicó que por lo general los padres denuncian los casos y se delega a los agentes de la Dinapen la respectiva investigación, al mismo tiempo que se gestionan ante los jueces las órdenes de allanamientos, captura, etc.
Sin embargo, muchos padres llegan a las oficinas de la Dinapen (ubicadas en las calles Boyacá y Luis Urdaneta) y los agentes actúan de inmediato, sin esperar el procedimiento de rigor, puesto que se trata de un presunto delito flagrante.
En ese sentido, Córdova explicó que hay casos de emergencia en los que los padres saben la ubicación real de la menor y es primordial actuar con rapidez para evitar que el raptor se ponga sobreaviso y huya. “Hay sospechosos que tienen experiencia en este tipo de hechos y se las llevan a otros puntos de la ciudad o a pueblos, donde tienen familiares lejanos”.
Añadió que hay casos en que no es la primera vez que las menores se van de sus casas. En algunas ocasiones huyen con los enamorados, muchos son mayores de edad incurriendo en el presunto delito de estupro; pero también hay casos en que son persuadidas por otras compañeras y van a lugares, donde a cambio de relaciones sexuales empiezan a recibir dinero. “Cuando eso pasa, se las rescata y vuelven a huir”, indicó Mina.
El oficial señaló que cuando se hace efectiva la recuperación de la menor, ya sea a través de amigas, compañeras o mismos familiares, quienes son las principales fuentes, se suscribe un acta de compromiso entre los padres y la Policía.
El oficial Chiriboga relató que las menores en varias ocasiones simulan que son raptadas y llaman a la casa para indicar que se han escapado de los raptores y que las busquen en determinado sitio.
Eso se da, agregó, cuando los “compañeros sentimentales, muchos de ellos adultos, ya consiguieron lo que querían y las abandonan. Obviamente, las adolescentes no llegan a la casa diciendo que huyeron con alguien; eso se logra determinar cuando indagamos y averiguamos la realidad”.