El Observatorio del Instituto Geofísico (IG) cuenta con alrededor de 60 personas que forman parte de una red de monitoreo que vigila constantemente la actividad eruptiva del volcán Tungurahua.
De acuerdo a los principales del IG, estas personas están ubicadas alrededor del volcán, en diferentes comunidades, y ante cualquier novedad informan inmediatamente hasta este centro de monitoreo.
“Ellos tienen sus propios puntos de vista del volcán y nos pasan observaciones que nosotros no podemos efectuar”, dijo Daniel Andrade, encargado del observatorio.
Esta dependencia funciona como una antena del Instituto Geofísico de la Politécnica Nacional, desde 1999, cuando el coloso entró en actividad permanente. Actualmente, esta unidad ha incorporado un grupo especializado en comunicaciones que se encarga de que los datos generados desde la Mama Tungurahua lleguen a Quito, en tiempo real.
Para efectuar el monitoreo, el IG cuenta con 10 estaciones sísmicas que detectan movimientos telúricos que nos siempre son sentidos por las personas, sino que se miden y se transforman en señales digitales que los especialistas analizan a través de un ordenador. Asimismo, cuentan con estaciones que miden la deformación en el volcán siempre que una capa de magma se acerca a la superficie, ya que esto genera hinchamientos que no son perceptibles a simple vista. Las cámaras termográficas con que cuenta el IG permiten medir la temperatura superficial y otro tipo de instrumentos permiten el monitoreo de los flujos de gases que emana el volcán.
Andrade el experto asegura es que bajo ninguna circunstancia se debe perder la alerta. “No por confiarse, la gente debe olvidar que puede haber cambios bruscos, inesperados. Este es un volcán activo y puede ser peligroso para la población”, puntualizó.