Un grupo de mujeres ha comenzado a dejar su huella en el sector petrolero ecuatoriano, incluso en las plataformas de la Amazonía, tras superar las miradas de incredulidad de los cientos de hombres que las rodean y, en algunos casos, las discriminan.
Hasta hace poco tiempo, los pozos, con sus grandes máquinas, su aislamiento, sus 40 grados de temperatura en ciertas zonas, y en el caso de las perforaciones una vibración y ruido incesantes, eran territorio exclusivamente masculino.
Pero la falta de mujeres no era producto de su rechazo voluntario a las condiciones de trabajo, sino porque se topaban con lo que se conoce como “un techo de cristal”, una barrera que no se ve a simple vista, pero que impide ascender.
Ruth León, una ingeniera de 27 años, lo experimentó en carne propia, cuando pidió trabajo en una empresa petrolera que no quiso identificar. “Me dijeron: ‘¿sabes qué?, lo malo es que eres mujer’. Yo me quedé seca”, relató.
Unos meses después era contratada por la multinacional hispano-argentina Repsol-YPS, a la que prestaba servicios la compañía que no quiso emplearla.
León planifica el mantenimiento de los equipos en el Bloque 16, la única explotación petrolera ubicada en el Parque Nacional Yasuní, en la Amazonía ecuatoriana.
Es una de las 24 mujeres que trabajan allí durante 14 días consecutivos, seguidos por 14 días libres, rodeadas de 381 hombres.
Abrió el camino la jefa de ingeniería, Jenny García, la única mujer que todas las mañanas participa en la reunión de la gerencia.
García fue la segunda mujer en graduarse, en 1990, como ingeniera en petróleo en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol).
En Repsol, la petrolera privada que más bombea en Ecuador, las mujeres son casi el 14% de los 540 empleados, aunque se concentran en sus oficinas en Quito.
La situación es parecida en la estatal Petroecuador, pues un 15% de sus aproximadamente 7.800 trabajadores es de mujeres.
Pese a su bajo número, su impacto es palpable en el Bloque 16, según Polibio Alulema, coordinador de producción, quien cree que el clima laboral ha mejorado notablemente. “Es como más dócil”, expresó.
Mónica Zambrano, una ingeniera química de 28 años, cuya tarea es analizar la corrosión en los conductos para evitar roturas, achaca al “machismo” la poca presencia femenina en el sector petrolero.
Las tres mujeres entrevistadas por EFE dijeron que no habían sentido acoso sexual en el trabajo, pese a estar rodeadas de tantos hombres.
Para ellas, la mayor dificultad es mantener una familia, opinó Alulema. García, por ejemplo, es una madre soltera con una hija de 13 años, una edad complicada, reconoció, pero dijo que ambas se han acostumbrado a verse solo la mitad de cada mes.
Mientras sus colegas más jóvenes hacen pequeños, pero inexorables avances en favor de la mujer, León exhibe con orgullo un parche de bombera en el hombro de su overol azul de trabajo, pues por primera vez este año Repsol ha permitido que las mujeres realicen esas funciones.
“Yo era brigadista de primeros auxilios, pero es algo muy ‘light’. Te llama el doctor, por ejemplo, cuando alguien se rompió la cabeza, a que le asistas, pero esto de la brigada contra incendios era algo más de acción, y a mí me gusta eso”, dijo León. Este año Repsol envió por primera vez un equipo mixto a un concurso de brigadas contra incendios de empresas celebrado en Colombia, el cual ganó, señaló la ingeniera con orgullo.