¿Qué beneficios traerá para el país y la ciudad incorporar un sistema moderno como el Metro?
Es un proyecto potente en términos de obra pública porque va a generar empleo y el desarrollo de la capacidad productiva y tecnológica del país. El Metro generará entre 5.000 y 6.000 empleos en todos los niveles. Se necesitará ingenieros, servicios, comunicación, trabajadores sociales, médicos, etc.
Si costeamos la cantidad de gasolina subsidiada que se ahorrará al reducir 400.000 viajes al día y el tiempo de viaje, y el cambio del modelo energético, el Metro se convierte en una obra que se repaga en década y media. No hablamos solo de una obra, como un puente que se construye y se inaugura, sino de un sistema que requiere de un alto nivel de articulación de varios factores: el túnel, las paradas, los buses que alimentan, los clientes, el sistema de pago, etc.
¿Por qué una alianza con Metro Madrid?
Esa alianza permite tener una absoluta independencia, porque no construye el Metro, lo opera. Entonces, no hay conflicto de intereses. Es una empresa pública y razona como nosotros frente al interés público, algo en lo que tiene gran experiencia. En los dos últimos años hemos avanzado mucho (…) y eso me ha dado la idea de que busquemos una maestría o un doctorado para que los jóvenes se preparen para administrar el Metro y elaborar nuevas líneas.
¿Qué hacer para que la ciudadanía se adapte fácilmente al nuevo sistema de transporte?
Quito tiene un sistema de transporte bastante maduro y troncalizado, es decir semiorganizado. Pero sin duda el Metro será un organismo que genere mayor igualdad entre los ciudadanos, porque es un sistema de alta calidad que dignifica a la persona.
En otros lugares se ha realizado un Metro en medio del caos y por eso no ha funcionado. El Metro es uno de los mecanismos de mayor igualdad, de altísima calidad, que dignifica.
En otras ciudades propicia el respeto a los ciudadanos, la interacción con otras personas, el respeto a los procedimientos, se garantiza la seguridad con estaciones cerradas y aspiramos a que aquí esas estaciones se conviertan en pequeñas galerías de arte con exposiciones de pintura, música, etc.
Existen varios mitos alrededor del Metro, según los cuales Quito no sería una ciudad idónea para este sistema de transporte. ¿Por qué la resistencia?
Hemos realizado los mejores estudios de suelo y se han hecho decenas de perforaciones. Esta es una ciudad óptima para la construcción, pero no me preocupa lo técnico sino un gen recesivo ante el desarrollo que expresan algunos sectores. El primer Metro se hizo en Londres en 1863 y es increíble que hay gente que no camine hacia la modernidad. Se trata de un debate cultural. Tenemos ejemplos como Manhattan y Notre Dame, en donde el Metro funciona.
¿Qué significa el Metro para el desarrollo del país?
Es un salto enorme porque implicará el desarrollo de varios sistemas ferroviarios. Cuando Alfaro construyó el ferrocarril, Ecuador estuvo a la vanguardia de la región y con el Metro, vamos a estar otra vez a la vanguardia. Significa bajar de esa condición del “último de la fila”, del rezagado, del “yo no puedo” a recuperar la autoestima y que somos una ciudad cosmopolita. Es un hito que va a marcar un antes y un después para nuevos proyectos.
El estudio del Metro y las ingenierías ha costado cerca de 20 millones de dólares, lo que evidencia la complejidad que tiene. Está diseñado ya el tipo de escalera mecánica, el tipo de ascensor, los métodos de construcción del túnel, por lo que se trata de la mayor obra de ingeniería en la historia del país.
¿Hay expectativa en el resto de municipios?
No creemos que el desarrollo de la ciudad sea ajeno al resto del país. Apoyaremos otras iniciativas en esa línea. Quito tiene cerca de 8 km de túneles con esas características, así que ya tenemos la experiencia.