El Premio Nobel de Física 2013 fue adjudicado este martes al británico Peter Higgs y al belga François Englert por sus hallazgos sobre el bosón de Higgs, partícula elemental que explica el origen de la masa.
Los dos científicos, de 84 y 80 años de edad respectivamente, fueron recompensados por sus trabajos sobre «el descubrimiento teórico de un mecanismo que contribuye a nuestra comprensión del origen de la masa de las particular subatómicas, que fue confirmado recientemente», precisó el comité Nobel en un comunicado.
Conocida también como la «partícula de Dios», el bosón de Higgs es una partícula subatómica en el origen de la masa de otras partículas, cuya existencia fue formulada teóricamente en 1964.
Este bosón que lleva el nombre de su descubridor británico explica por qué algunas partículas tienen una masa y otras no, y en consecuencia por qué el Universo existe tal y como lo conocemos.
«Sin él, no existiríamos», declaró el comité Nobel en su comunicado, en referencia al bosón de Higgs.
La existencia del bosón de Higgs fue formulada teóricamente de manera separada por Higgs y por Englert, quien colaboraba con su compatriota Robert Brout, fallecido en 2011.
«Me siento abrumado por recibir este premio», dijo Higgs en un comunicado difundido por la universidad de Edimburgo, donde da clases de física teórica.
«Espero que este reconocimiento de la ciencia fundamental ayudae a concienciar sobre la importancia de la investigación imaginativa», agregó, dando las gracias a la Real Academia de Ciencias de Suecia, que atribuye el premio.
«Estoy muy feliz de haber recibido este premio pero no puedo hacer comentarios», declaró a la AFP Englert, contactado por teléfono desde Estocolmo.
El descubrimiento de esta partícula, que es responsable de brindar su masa a todas las demás, completó el «modelo estándar» (la teoría de la estructura fundamental de la materia elaborada en los años 60 para describir todas las partículas y fuerzas del universo) y permite asomarse a cómo se formó el universo después del Big Bang.
Casi 50 años después y tras numerosos intentos fallidos de confirmar la existencia de esta partícula, la Organización Europea de Investigación Nuclear (CERN, con sede en Ginebra) anunció su hallazgo el 4 de julio de 2012, gracias a las investigaciones que se llevaron a cabo en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el acelerador de partículas más grande del mundo, situado bajo tierra, en la frontera entre Suiza y Francia.
Otros inminentes científicos participaron en este largo y complejo proceso. Algunos especialistas del Nobel apostaban incluso que el CERN, en tanto que organización, recibiría la recompensa.
Entrevistado por la agencia TT, el profesor Gerald Guralnik, físico del CERN, se dijo «muy contento por estos hombres y por la causa de la física».
«No niego que me da un poco de tristeza (…), pero siento gran satisfacción por haber participado de manera decisiva en formular una teoría sobre este tema», añadió.
La Real Academia de Ciencias de Suecia prefirió seguir su tradición, de recompensar a un máximo de tres personas.
En 2012, la recompensa fue para el francés especialista en óptica cuántica Serge Haroche y el estadounidense David Wineland, cuyos trabajos abrieron el camino hacia ordenadores muy potentes y relojes de extrema precisión.