Obama amenazó, una vez más a Irán, al señalar que “no haya duda, Estados Unidos está decidido a impedir que Irán desarrolle sus armas nucleares y no descartaremos ninguna opción para que se logre este objetivo”.
“Una resolución pacífica sería posible (…) si Irán cambia de rumbo y cumple sus obligaciones puede volver a la comunidad de las naciones”, añadió, aunque los países del mundo afirman que la nación persa sólo ha desarrollado un programa nuclear con fines pacíficos.
“El mundo que estaba dividido antes sobre cómo enfrentar el programa nuclear, ahora está unido. El régimen está más aislado que nunca”, afirmó.
El Jefe de Estado norteamericano también se refirió al conflicto sirio y aseguró que “no me cabe ninguna duda de que el régimen de (Bashar al) Assad pronto se dará cuenta de que las fuerzas del cambio no son resistibles y que la dignidad humana no puede ser denegada”.
“Los pueblos de esa región dependerán de su suerte, pero nosotros apoyaremos estos valores que han servido a nuestro país de forma tan magnifica”, apuntó.
En la política de intervenciones militaristas, el presidente de Estados Unidos también recordó la guerra sostenida junto a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Libia.
Calificó al expresidente libio, Muammar Al Gaddafi, de “asesino, con sangre estadounidense en sus manos”.
Consideró que Al Gaddafi “era uno de los dictadores con más tiempo en poder (…) Hoy ha muerto”. Pese a esta declaración, sostuvo que “nos opondremos a la violencia, a la intimidación, a no valer los derechos y la dignidad de todos los seres humanos”.