El presidente de EEUU, Barack Obama, debe hacer de los derechos humanos «el centro» de la reunión que mantendrá con el mandatario chino, Xi Jinping, este viernes y sábado en Rancho Mirage (California), dijo hoy la organización Human Rights Watch (HRW).
Esa cumbre «es un momento crítico para subrayar que la mejora de las relaciones con Estados Unidos dependerá de una acción real para mejorar los derechos humanos y no sólo de una retórica progresista», indicó la organización no gubernamental en un comunicado.
De acuerdo con Sophie Richardson, directora para China de HRW, en el país asiático «el anhelo por la justicia social es más agudo que nunca».
«El presidente Obama puede optar por mostrar su solidaridad con los ciudadanos chinos y apoyar su lucha. De lo contrario, su silencio podría ser tomado como consentimiento de la continua represión del Gobierno chino», subrayó Richardson.
Según HRW, la «retórica» sobre las reformas de Xi, que asumió la Presidencia en marzo pasado, «no ha ido acompañada de las acciones correspondientes».
Las autoridades chinas arrestaron a 15 activistas en Pekín y la provincia de Jiangxi por organizar protestas contra la corrupción y también detuvieron y enjuiciaron a tibetanos involucrados en inmolaciones «en lugar de atender las quejas más profundas contra el Gobierno que subyacen en este tipo de acciones», denunció HRW.
«El historial del Gobierno de Obama sobre los derechos humanos en China ha sido desigual», sostuvo la organización.
HRW cita casos positivos como el del disidente ciego Chen Guangcheng, quien se refugió el año pasado en la embajada de EEUU en Pekín y ahora reside en ese país, pero también afirma que la «diplomacia pública en apoyo de los derechos humanos ha sido débil».
Aunque Chen salió de China, «su familia sigue sufriendo detenciones y el hostigamiento como represalia por su activismo», recuerda la organización.
El de Rancho Mirage será el primer encuentro entre Obama y Xi desde que el mandatario chino asumió la presidencia de su país.
La agenda de la reunión estará dominada, según fuentes estadounidenses, por el desarrollo económico, la seguridad y medidas para frenar y prevenir los ciberataques de piratas informáticos de China contra empresas e instituciones de EEUU, acusación que el Gobierno de Pekín ha negado con insistencia.