Rodeado de los beneficiarios de la reforma sanitaria que enerva a los republicanos, el presidente Barack Obama pidió a la oposición que deje de bloquear la financiación del Gobierno y aseguró que así no conseguirá cambiar la ley para extender la cobertura médica.
«Este cierre no tenía que haber sucedido… No tiene ningún sentido», se quejó el presidente este martes en una declaración en el jardín de la Casa Blanca, que funciona desde la medianoche con cerca de un cuarto de sus empleados y que tuvo problemas con el sonido en la comparecencia.
La Cámara de Representantes, de mayoría republicana, ha obligado al cierre de parte de los servicios públicos porque se niega a autorizar el gasto federal rutinario si la Administración aplica la reforma sanitaria, que entró en vigor en parte este martes y que no se ve afectada por el bloqueo del Gobierno federal porque tiene financiación aparte. La reforma sanitaria fue aprobada por el Congreso en 2010, cuando los demócratas tenían la mayoría en las dos cámaras, y legitimada por una sentencia del Tribunal Supremo en 2012.
Obama intentó centrar la culpa en un pequeño grupo del partido republicano, el Tea Party. Sin embargo, el líder de la Cámara de Representante, John Boehner, habitualmente más moderado, es quien se niega a presentar la legislación para financiar el Gobierno sin la enmienda que retrasa la reforma sanitaria y a la que se opone el Senado, de mayoría demócrata.
«Los republicanos en la Cámara de Representantes han querido el cierre del Gobierno por una cruzada ideológica para negar cobertura sanitaria asequible a millones de americanos», se quejó el presidente. «No pueden tener a este país rehén». «Nadie puede hacer daño a millones de familias por una ley que no les gusta». «Así no es como se comportan los adultos», dijo Obama, que comparó el Estado federal con Apple.
El presidente recordó que cuando Apple tuvo un problema con su sistema operativo lo arregló, pero no tomó ninguna decisión tan radical. «No recuerdo a nadie diciendo que Apple debería dejar de vender iPhones o iPads o cerrar la compañía», dijo Obama, que aseguró que está dispuesto a escuchar a cualquiera que quiera mejorar la aplicación de la reforma sanitaria, pero que no permitirá que la oposición le dé la vuelta a la ley. «Estos son los estadounidenses a los que hacéis daño si desmanteláis la ley», dijo dirigiéndose a los republicanos y señalando a algunos beneficiarios que tenía detrás, entre ellos enfermos de cáncer y esclerosis múltiple con problemas de cobertura hasta ahora.
Aunque ha sucedido en otras 17 ocasiones desde finales de los 70, ésta es la primera vez desde diciembre de 1995 en que el Gobierno federal se ve obligado a cerrar por el bloqueo de su presupuesto. La última vez, con Bill Clinton, duró 21 días.
El Estado está obligado por ley a dejar en casa sin paga a sus empleados no esenciales para la seguridad o la sanidad del país. Incluso si trabajaran de forma voluntaria esto podría ser un delito, según la interpretación que hizo de una ley de 1884 el fiscal general de Jimmy Carter en 1980.
Así desde este martes no han ido a trabajar entre 800.000 y un millón de funcionarios. La mayoría de los 1,3 millones empleados civiles que se consideran esenciales y trabajan tampoco cobrarán de momento. Los que seguirán recibiendo su paga completa pase lo que pase son los militares por una ley específica aprobada este lunes para garantizar que no pierden días de sueldo.
Los dos partidos ni siquiera han retomado las negociaciones para desbloquear los fondos rutinarios. Una vez logren un acuerdo, el presidente deberá firmar la legislación y los servicios públicos afectados se reanudarán a partir del día siguiente.