El presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, dijo este lunes que durante la transición hasta que asuma el poder en diciembre tratará de impulsar alguna de las reformas estructurales que prometió durante su campaña electoral.
El político, cuyo triunfo le permitirá al Partido Revolucionario Institucional (PRI) regresar a la presidencia mexicana, ha dicho que emprenderá una reforma laboral, una energética y otra fiscal para modernizar al país de más de 112 millones de habitantes.
Peña, abogado de 45 años, dijo que el domingo comenzará a reunirse con el presidente Felipe Calderón para guiar la transición e impulsar las reformas para cuando inicie el próximo período legislativo, en septiembre, con un nuevo Congreso electo también en los comicios del domingo.
El ex gobernador del central Estado de México adelantó que su coordinador de campaña, Luis Videgaray, formará parte de su equipo de gobierno.
Tras el triunfo, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) recuperó la presidencia de México, en una victoria más estrecha de lo pronosticado que obligaría al partido que gobernó casi todo el siglo XX a negociar con sus rivales para concretar su prometido programa de reformas.
El candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, llega al poder con una economía que no consigue despegar mientras el país lucha contra una ola de violencia narco que deja miles de muertos cada año.
Con el 93,39 por ciento de las casillas contadas, Peña Nieto, se imponía en las elecciones celebradas el domingo con el 37.95 por ciento de los votos por sobre el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, que sumaba el 31.8 por ciento de los sufragios. En tercer lugar se ubicaba la oficialista Josefina Vázquez Mota con 25.45 por ciento.
Pero el triunfo del telegénico abogado de 45 años no fue tan holgado como anticipaban los sondeos, y el partido que gobernó con mano firme entre 1929 y el 2000 no conseguiría la mayoría absoluta en el Congreso como para empujar sus propuestas sin tener que seducir a otros partidos, según proyecciones privadas.
Peña Nieto asumirá el 1 de diciembre y en los próximos seis meses se pondrá a prueba su aptitud negociadora, después de que prometiera tener una reforma laboral aprobada antes de subir al poder.
En su agenda hay otras propuestas que anticipan ser más ríspidas, como una reforma fiscal para impulsar la recaudación de México -una de las más bajas de América Latina en relación al PIB debido a la gran evasión- eliminando exenciones impositivas, o la apertura de la petrolera estatal Pemex al capital privado.