El rescate de los 33 mineros chilenos enterrados bajo toneladas de roca en el desierto de Atacama tardará meses y salvarlos con vida será cada vez más difícil, admitieron hoy los rescatistas.
«Es una experiencia muy dura, que tiene los altibajos del dolor, la pena, la frustración, la rabia que se tiene por no poder acceder fácilmente a estos mineros, por no saber si están con vida o no», dijo el ministro de Minería, Laurence Golborne.
Los trabajos de perforación iniciados el fin de semana, luego que fallara un rescate más directo, sólo permitirán abrir pequeños túneles para comunicarse y suministrar víveres a los trabajadores, supuestamente escondidos en un refugio a unos 600 metros bajo tierra.
El principal problema hasta ahora fue la inestabilidad de la mina, la que presenta una falla geológica que hace peligroso abrir boquerones por las vías principales, justamente las que se derrumbaron el jueves pasado.
No obstante, pese al pesimismo, surgieron hoy también voces de esperanza. «Hoy la mina está más estable y eso abre la posibilidad de diseñar otro tipo de rescate», dijo el experto Andrés Sougarret.