Santiago de Chile.- Los antagonismos que desde hace 40 años han separado a los chilenos, afloraron ayer en la conmemoración del golpe de Estado que el 11 de septiembre de 1973 llevó al poder al general Augusto Pinochet y significó la muerte de Salvador Allende y el fin de su gobierno socialista. A su vez, diversos gobiernos de América Latina también recordaron la fecha.
La conmemoración, pese a coincidentes condenas a las violaciones de los derechos humanos cometidas por la dictadura y las invocaciones a la unidad y la reconciliación, tuvo de nuevo de espaldas a quienes estuvieron enfrentados hace 40 años, en el golpe militar que causó unos 3.200 muertos y 38.000 detenidos, torturados y desaparecidos.
Según el presidente Sebastián Piñera, el golpe militar fue responsabilidad, «muy especialmente», de quienes no respetaron el Estado de derecho, entre los cuales, a su juicio, estuvo el propio gobernante socialista, a quien ya había criticado el pasado lunes.
Ese día afirmó que el gobierno de Allende (1970-1973) «quebrantó la legalidad y el Estado de derecho», mientras ayer, tras una liturgia conmemorativa en La Moneda, opinó que el quiebre de la democracia fue responsabilidad «muy especialmente» de quienes «no respetaron el Estado de derecho».
Los chilenos, dijo ayer Piñera, «no deberíamos olvidar esa etapa de la historia» y llamó a superar «los traumas del pasado». La actual generación no debe traspasar a sus hijos y nietos «los mismos odios y querellas» y el mejor legado que puede dejarles «es un país reconciliado y en paz», agregó.
En esa línea, llamó «muy particularmente a los cuatro expresidentes» desde el retorno de la democracia, a preguntarse «qué es más importante: lo que pasó 40 años atrás o lo que juntos vamos a pasar en los próximos 40 años», en alusión a Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet.
Ninguno de ellos asistió a los actos convocados por el gobierno y el pasado lunes Bachelet, candidata opositora a las presidenciales de noviembre próximo, fue la única oradora en un acto conmemorativo convocado por su bloque político de centroizquierda.
Mientras Bachelet reclamó que el golpe solo es responsabilidad de quienes lo cometieron y justificaron, Piñera consideró que existen responsabilidades compartidas.
Fuera de La Moneda, quienes padecieron el golpe de Pinochet homenajearon ayer a Allende ante el monumento en su memoria, situado frente a la sede del Ejecutivo.
Hija reclama verdad y justicia
Desde dirigentes políticos hasta familiares de las víctimas de la dictadura llegaron al lugar, entre ellos la senadora socialista Isabel Allende, hija del presidente fallecido.
La parlamentaria resaltó que su padre fue un «líder consecuente, un luchador social siempre fiel a su palabra» y sostuvo que en el Chile actual, Allende «se habría sentido orgulloso de ver a los estudiantes en la calle exigiendo una educación pública y gratuita».
«Tenemos que ser capaces de convocar a ese pueblo que nos critica porque nos siente distantes, que siente que todavía la injusticia predomina en nuestro país, que las desigualdades son muy grandes», señaló Isabel Allende.
Sobre la petición de Piñera de superar «odios y querellas», la senadora reclamó verdad y justicia, y agregó que estas demandas están «lejos de ser odio y venganza».
Allende consideró que la memoria «es necesaria», por lo que «vamos a seguir luchando por la verdad y la justicia, y no vamos a parar hasta que en Chile no se conozcan todos y cada uno de los casos de violaciones a los derechos humanos».
Los homenajes a Salvador Allende, en los que estuvieron representantes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), incluyeron también un acto ante la tumba del mandatario, en el Cementerio General de Santiago.
Durante la jornada, además, el Congreso chileno se comprometió a privilegiar el diálogo y a no repetir «los errores y divisiones» del pasado, sino favorecer «la construcción de consensos» para evitar situaciones como la de 1973.
Tales conceptos están contenidos en una declaración conjunta de los presidentes del Senado, el democristiano Jorge Pizarro; y de la Cámara de Diputados, el oficialista Edmundo Eluchans, en la que además condenan el golpe militar.
La jornada estuvo precedida de disturbios en barrios periféricos de Santiago, antiguos bastiones de oposición a la dictadura, donde manifestantes levantaron barricadas y se enfrentaron con la Policía, dejando al menos 68 detenidos y cinco vehículos quemados.
Ecuador exige reparación
Varios gobiernos de América Latina, como Venezuela, Cuba, Bolivia, Argentina y Ecuador, también conmemoraron esta fecha.
El Congreso de Ecuador condenó ayer el golpe de Estado y exigió reparación por los cuatro «ecuatorianos asesinados» por ese régimen militar.
Los casos de los ecuatorianos fueron documentados por la llamada Comisión Valech, que detalló los episodios de detenidos desaparecidos, muertos y torturados bajo el régimen militar de Pinochet, según el Legislativo.
El gobernante venezolano, Nicolás Maduro, por su parte, recordó al derrocado expresidente chileno, Salvador Allende, a quien reconoció como el hombre que abrió «un espacio a la justicia social», ante varios centenares de seguidores que marcharon en su honor.
En Cuba, el acto central en la jornada de homenajes fue en el hospital docente que lleva el nombre del estadista chileno en La Habana, donde el ministro cubano de Salud Pública, Roberto Morales, resaltó que Allende resistió «a costa de su vida el golpe fascista» contra el gobierno socialista de la Unidad Popular.