El presidente ecuatoriano Rafael Correa reiteró su planteamiento a los autores del libro “El gran hermano”, Juan Carlos Calderón y Cristhian Zurita, de rectificar “su mentira” para dejar sin efecto la demanda civil en su contra.
Fue la primera reacción del gobernante luego que la jueza quinta de lo Penal de Pichincha, Mercedes Portilla, sentenciara a los acusados al pago de una indemnización económica por daño moral.
Calderón y Zurita acusaron al mandatario de conocer sobre los contratos que su hermano, el empresario Fabricio Correa, suscribió con instituciones del Estado, lo cual ha sido desmentido reiteradamente por el presidente.
No obstante, los periodistas han insistido en su versión, que consta en la supuesta investigación y que está basada como fuente única en las declaraciones de Fabricio Correa.
El mandatario ecuatoriano sostiene que Calderón y Zurita no tienen cómo demostrar su mentira y los instó, nuevamente, a rectificar para retirar la demanda.
“Pero así es la soberbia. Esto es una lucha por la subsistencia de este poder nefasto: el poder de la prensa corrupta. Ellos quieren seguir mandando en este país, quieren dar el mensaje que pueden mentir, insultar y los demás tenemos que agachar la cabeza”, dijo durante un diálogo con la prensa en la localidad amazónica de Lago Agrio.
El jefe de Estado llamó a los ciudadanos “victimas de la prensa corrupta” a defenderse con la ley en la mano.
Respecto a las acusaciones en el sentido de que utiliza la justicia para enriquecerse, Correa manifestó que el dinero de la indemnización será destinado a la iniciativa ambiental Yasuní ITT.
El presidente defendió el derecho que tienen los sentenciados a poner los recursos que quieran, pero sostuvo que “si hay justicia en el país, los seguirán perdiendo porque van a tratar de probar la cuadratura del círculo”.
“Sí me interesa la sentencia, para que ya en este país se acabe la mentira y se acaben los cobardes que disfrazados de periodistas desfogan, vomitan todo su odio y frustración. Eso no es ético, por amor de Dios”, subrayó.
Precisó que la libertad de expresión termina donde empieza la reputación y la honra de las personas. “Libertad de expresión es que ellos puedan decir lo que les de la gana, pero tienen que ser responsables. Quieren tener patente de corso para jugar con el honor de las personas”, recalcó.