Sobra decir que no es fácil localizar y entrevistar a Julian Assange. Sin embargo, hay mucha información sobre él. En particular, EE.UU. posee, dicen muchos, todo lo que de él se sabe y también lo que el propio Assange no conoce de sí mismo. Desde diciembre de 2010 se convirtió, prácticamente, en un objetivo de guerra. No por poseer un arsenal o una bomba, sino por algo que se valora como lo más valioso, explosivo y hasta estratégico en todo conflicto: la información.
Mañana, en la entrevista exclusiva a diario El Telégrafo, Assange explicará estos y otros temas, que lo colocan como objetivo militar. Con un elemento de tensión: en estos días se decide si Londres acepta la extradición solicitada por Suecia. Ahí explica por qué esa figura jurídica es considerada más que un asunto legal. En realidad, se trata de la única “jugada” con la que podían o presuponían parar a Julian Assange de seguir publicando documentos considerados, jurídicamente, clasificados, reservados o secretos, pero que para el interés mundial revelaban unas políticas y acciones para “dominar al mundo”, con complicidad de grupos financieros, medios de comunicación y ciertos estados y gobiernos aliados de EE.UU.
Ese 5 de abril de 2010, WikiLeaks filtró el video “Collateral Murder” (colgado en YouTube ya tiene más de 12 millones de visitas y centenas de miles de comentarios). Ahí se muestra la narración visual completa de cómo los tripulantes de un helicóptero de combate Apache aniquilan a varios civiles iraquíes. Y cómo se asesina al fotógrafo de la agencia inglesa Reuters Namir Noor-Eldeen, cuando “confunden” su cámara con un fusil y lo acribillan.
En junio de 2010 el soldado Bradley Manning fue detenido bajo la acusación de haber filtrado documentos secretos del Ejército de EE.UU. a WikiLeaks. A Manning ahora algunas organizaciones lo promueven para el Premio Nobel de la Paz, en la misma lista en la que se encuentra el vicepresidente ecuatoriano, Lenín Moreno. El 25 de julio de ese año, WikiLeaks publicó junto a The New York Times, Der Spiegel y The Guardian 92.000 documentos secretos sobre la guerra de Afganistán.
Como lo detalla Público, el diario español, colega de El Telégrafo, “La filtración, que incluía los partes de guerra entre 2004 y 2010, causó un gran revuelo y comenzó a agitar las críticas desde EE.UU., que acusó a la organización y a Julian Assange de poner en peligro la vida de sus confidentes y su personal en el país. La organización de Julian Assange se reservó la publicación de un archivo de otros 15.000 documentos que aún no han sido revelados. La gravedad del contenido de las filtraciones, que descubrieron matanzas y torturas por parte de los aliados, llevaron a EE.UU. a suplicar a WikiLeaks que no publicara más documentos. En agosto, Julian Assange fue acusado de abusos sexuales en Suecia. ‘Nos avisaron que el Pentágono jugaría sucio’, dijo”.
Y en lo que siguió del año, se filtraron por todas partes del mundo documentos a los que había accedido WikiLeaks. Por ejemplo: de Colombia se conocieron varias actividades del Gobierno estadounidense en ese país, con consentimiento del gobierno de álvaro Uribe; de lo que hacían potencias económicas como Alemania y Francia también se supo; la cantidad de correspondencia que enviaban las embajadas estadounidenses desde Europa y América Latina, con informes que incluían conversaciones con opositores y agentes, provocaron el mayor escándalo mundial.
En Ecuador -para mencionar algo a lo que hará referencia en la entrevista de mañana Julian Assange-, el costo fue la expulsión de la embajadora estadounidense. Pero antes se hizo lo mismo con diplomáticos de México y de Libia. En esos países nunca se armó el escándalo que en Ecuador hicieron algunos opositores. Se reconoció que esos diplomáticos se habían extralimitado en sus funciones y habían realizado actividades prohibidas por los protocolos y acuerdos internacionales.
Y algo más: dos periódicos ecuatorianos buscaron a WikiLeaks, según ahora sabemos, para obtener información sobre el Ecuador. Todo lo que se pudo conseguir es lo que se publicó el año pasado, entre ello, las razones por las que fue retirada la visa a un alto dirigente socialcristiano. Sin embargo, sabemos que hay mucho más sobre Ecuador que no ha circulado o que, estando en manos de esos diarios, se ha guardado. Queda por confirmar o que respondan públicamente qué está archivado.
Y como destacó la prensa mundial, las agencias de noticias, los noticieros de televisión, el 22 de octubre de 2010 ocurrió un descalabro internacional cuando se conocieron los archivos sobre los partes de guerra de Afganistán. WikiLeaks colocó una mina de tensión en todo el planeta, pues, en colaboración con algunos diarios, 400.000 documentos secretos demostraban cómo EE.UU. toleró torturas sistemáticas en Irak desde la invasión en 2003.
La reacción no se hizo esperar. La ONU y Amnistía Internacional reclamaron la apertura de una investigación independiente. El Pentágono calificó la fuga de documentos como “la filtración más importante de la historia de EE.UU.”.
De hecho, unos días antes, los militares estadounidenses conformaron un equipo de 120 personas para contrarrestar cualquier tipo de intercambio de archivos con la organización de Assange. Pero, de lo que se sabe hasta ahora, los esfuerzos no tuvieron éxito. “Es un regalo para los terroristas”, dijo en ese entonces el ministro de Exteriores británico, William Hague.
Por eso, Estados Unidos y Gran Bretaña se activaron de inmediato porque la imagen de los dos gobiernos quedó manchada con el que hasta ahora se conoce como el “Diario de Irak”. Empezaron a buscar información, toda la que se tuviera a mano de ese ser desconocido, casi mítico por algunos, pero ya señalado por ciertas agencias de espionaje, llamado Julian Assange. Habrían revisado todos los correos posibles, cuentas bancarias, citas de prensa, fotografías, pasado judicial y cada papel o dato que pudiera configurar su perfil.
Inmediatamente Assange denunció sufrir presiones de EE.UU. y acusó al Pentágono de hacer todo lo posible para detener a sus colaboradores. Mientras que los ingresos en donaciones volvieron a bajar, como reseñó esos días Público y otros diarios.
Y de ahí nació la acusación de abuso sexual que hizo que Suecia pidiera la extradición. Julian Assange fue arrestado al emitirse una alerta roja de Interpol y una orden europea de extradición tan solo cuatro días después de iniciar la más grande filtración de información secreta de los EE.UU., en diciembre de 2010. La orden se emitió para interrogarlo solamente. Un año y medio después de su arresto aún no existe ningún cargo en su contra y no está siendo procesado en Suecia. El caso todavía se encuentra en la fase de investigaciones, por lo que no está sujeto a proceso judicial alguno, en ningún país del mundo.
Según varias fuentes consultadas, Assange llegó a Suecia para establecer sus operaciones en dicho país y buscar una residencia, atraído por la legislación que protege la libertad de expresión y la censura previa. Ahí habría tenido encuentros de carácter sexual con dos mujeres. Una de ellas es una política sueca de más de 30 años, con estudios universitarios, políglota e historial diplomático, que trabajó para distintas embajadas en el pasado. La otra es una fotógrafa de casi 28 años. Ambas mujeres consintieron su presencia en sus respectivos apartamentos, una de ellas hospedándolo por más de una semana en su habitación.
Asimismo, las dos tuvieron relaciones con él de manera voluntaria y ninguna expresa haberlo hecho bajo presión o coerción. El único malentendido con una de ellas es el sexo sin protección, ya sea previamente o durante las relaciones (una de ellas alega un condón roto); y su petición -dado que recién conocían a Assange y este sostuvo relaciones con ambas- fue que él se efectuara un test para comprobar que no padecía ninguna enfermedad venérea. Al no haberlo realizado en la fecha que una de ellas quería, ambas acudieron a la Policía para preguntar si existía alguna obligación de Assange para practicarse el test.
El caso contra él fue desestimado inicialmente, y considerado tan débil que no se podía garantizar la investigación. De hecho, Assange no huyó de Suecia para evitar un interrogatorio: le dieron permiso para dejar el país el 15 de septiembre de 2010, tras permanecer allí cinco semanas para contestar las alegaciones que se hicieron contra él.
Lo cierto es que, en estos días, el tema de la extradición tiene en suspenso a muchas personas. Suecia podría fácilmente extraditar a Julian Assange a los EE.UU., independientemente del fallo en el caso por el que se le procesa. Podría, incluso, decidir suspender el proceso y entregarlo directamente a dicho país, aun si se le acusa de un delito político.