Rosa Elvira Zárate se dedica al tejido de ponchos, bufandas y otras prendas de vestir con la lana que obtiene de sus borregos y llamingos. Ella forma parte de la Asociación de Mujeres Indígenas Artesanas “Pacha Mama”, de la parroquia San Juan, en la provincia de Chimborazo.
Las 20 socias instalaron en la casa comunal los telares para confeccionar chalinas, bayetas, chales y más, con el apoyo del Ministerio Coordinador de Patrimonio y de organizaciones internacionales con el objetivo de revalorizar los saberes ancestrales, la inclusión, el diálogo intercultural y generar alternativas productivas.
El esfuerzo, que empezó hace tres años, fue difundió en días pasados en Riobamba, durante una feria artesanal. Zárate cuenta que la asociación opera desde 1990 y que gracias a la ayuda del Ministerio han desarrollado nuevos modelos de emprendimiento. “Empezamos con los telares y ahora tenemos crianza de animales. Con la misma lana de los llamingos estamos trabajando”, destaca.
El ingreso mensual aproximado es de 150 dólares, que entregan a la tesorera y cuya distribución se realiza entre todas. El tejido de las prendas puede demorar hasta cuatro días y se realiza ya sea en los telares o mientras cuidan a sus animales en el campo.
El proyecto del Ministerio se inició en 2009 en Esmeraldas, Chimborazo y Sucumbíos, con una inversión de 5,5 millones de dólares, que financiaron 28 emprendimientos productivos patrimoniales para la conservación de saberes ancestrales en cultivos, tejidos, cerámicas y gastronomía. En una segunda fase participarán las provincias de Manabí, Guayas, Santa Elena, Imbabura, Cotopaxi y Orellana.
Alfredo Villacís, coordinador del proyecto, explica que las provincias intervenidas “tienen mayor diversidad cultural y altos niveles de pobreza en indígenas y afrodescendientes. El objetivo es disminuir brechas con emprendimientos para que mejoren la calidad de vida”.
El emprendimiento generado por la Asociación de Mujeres Indígenas Artesanas “Pacha Mama” estuvo dentro del análisis territorial que realizó el Programa de Desarrollo. El presupuesto destinado para cada emprendimiento fue de $ 20 mil. “Al principio siempre tienen duda, desconfianza por instituciones que suelen ofrecer y no cumplir, pero desde que todo se hizo realidad tenemos gran cantidad de demanda de comunidades y organizaciones que abarcan 20 comunidades o 200 jefes de familia”, reflexiona Julio Yuquilema, coordinador de Chimborazo.
Yuli Grefa, de la Federación de Organizaciones de la Nacionalidad Kichwa de Sucumbíos Ecuador (Fonakise), pertenece a un grupo de jóvenes emprendedores que compran materia prima para realizar aceites esenciales, desinfectantes, jabones y cremas.
“Recogemos en las comunidades jengibre, limoncillo y cúrcuma, con los que hacemos una cadena de productos. Por ejemplo, el jengibre sirve para la gripe y la neumonía; el limoncillo es repelente y ayuda en las articulaciones; y la cúrcuma se utiliza para pintar las shigras, y aquí la usamos para dar color a las comidas, en lugar del achiote”, cuenta.
Aquí trabajan 350 familias de 18 comunidades. Los productos tienen registro sanitario y los jabones son vendidos en 75 centavos, los aceites y desinfectantes en 3 dólares.
Guillermo Vargas pertenece a la Comunidad Shayari, de Sucumbíos, donde crearon el Centro de Turismo Comunitario Kichwa Shayari, en el 2004. Ahí promocionan atractivos naturales como el bosque nativo y las especies de flora y fauna. “Nuestros guías comunitarios solo hablan español, pero el gerente, que sabe inglés, traduce”.
En el proyecto participan 15 familias que ofrecen hospedaje, alimentación, caminatas, visitas al centro de rescate de animales y observación de la laguna Moretecocha, la cascada Shamán. Reciben unas 500 personas por año y con el apoyo del proyecto han construido tres cabañas y un albergue para 25 personas. En cada habitación hay de tres a cinco camas.