En Ecuador es conocido desde que se rehusó a compartir un premio con César Ricaurte, pero en Argentina tiene una amplia trayectoria de lucha con los movimientos sociales y la izquierda. Herman Schiller es un periodista que no se casa con nadie. Critica a todos, no es incondicional con ningún gobierno. Esa postura siempre la aclara pero es tajante cuando se trata de la derecha y el neoliberalismo.
¿En qué contexto se da su premiación por parte de Perfil?
Me llamaron para decirme que Perfil todos los años da un premio nacional y otro internacional. El nacional habían decidido dármelo a mí porque yo había sido una víctima del sistema, me echaron de mi programa. El premio internacional posiblemente se lo iban a dar a Julian Assange. A los pocos días ese posiblemente se transformó en este señor (César) Ricaurte (director de Fundamedios). Entonces decidí no aceptar el premio porque yo no quería compartir con un hombre de la derecha ecuatoriana. Yo soy de la izquierda revolucionaria latinoamericana que pelea por el socialismo y de ningún modo voy a compartir un galardón con alguien que está peleando por todo lo contrario, para restaurar el neoliberalismo, las privatizaciones, las empresas de medios y para tomar contacto con sectores tan nefastos como la contrarrevolución cubana en Miami.
¿Cómo se enteró de que Assange fue retirado del premio?
Era una noticia que me habían dado en un principio. Yo no puedo garantizar si fue de mala fe (para que acepte el premio). Cuando pregunté qué pasó con Assange me dijeron 'no se lo damos porque él no puede venir a recibir el premio'. Eso era obvio si él está encerrado en la Embajada ecuatoriana en Londres.
Era algo que ya se sabía con mucha anticipación…
Por supuesto. Yo tengo la sensación, sin datos, de que en ningún momento querían premiar a Assange. Que ellos querían premiar a Ricaurte y utilizarme a mí como contrapeso para dar un premio a alguien que está jaqueando a un gobierno democrático como el de Ecuador.
¿De qué línea considera a Perfil?
Yo formo parte de sectores de izquierda que son críticos con el gobierno argentino, pero hay una oposición de derecha muy dura encabezada por los medios. Los partidos de derecha son inexistentes. La oposición de derecha está en los medios, en Clarín, diario La Nación y también Perfil, que se ha sumado a la oposición. Cuando me dieron el premio yo pensé 'bueno somos dos transgresores, de algún modo yo no tengo inconveniente'.
¿Cómo forma su opinión sobre Ricaurte?
Primero sigo la información periodística que conoce todo el mundo y segundo he recibido buena parte de su trabajo. Por ejemplo, uno que me causó mucha indignación es una trabajo que se llama el “Estado de propaganda” que lo publicó en diario Hoy. Lo que sí me indignó en esa nota es cuando compara al gobierno de Correa con Hitler. Yo no soy incondicional a Correa, también tengo críticas para él, pero compararlo con Hitler es una aberración. Es lo que se llama la banalización del Holocausto.
Hace algún tiempo pasó algo parecido en Buenos Aires cuando un diario publicó un editorial que comparaba a las juventudes kirchneristas con las juventudes hitlerianas. Yo soy crítico del gobierno de Cristina Fernández, pero hacer esa comparación es una barbaridad. No se puede entrar en una simplificación tan tonta. Yo he sido muy golpeado por el Holocausto, perdí a mis cuatro abuelos en Auschwitz, tengo a buena parte de mi familia exterminada en la Europa nazi y realmente me indignó que este señor comparara a un gobierno democrático, surgido con el voto del pueblo, con aquel gobierno que fue uno de los peores de la humanidad.
¿Y su opinión sobre Rafael Correa?
Tiene luces y sombras. Luces como el esfuerzo por construir un Estado incluyente y por el reconocimiento de la diversidad cultural de Ecuador. Leyes como la de Soberanía Alimentaria y del Agua, Plan Nacional de Desarrollo, del Buen Vivir, hay inversión en salud y educación. Sus sombras son la represión a sectores indígenas que no tienen demandas satisfechas, hasta donde sé hay presos políticos y yo soy un hombre ligado a organismos de defensa de derechos humanos y no me gusta ver presos políticos. Quiero recalcar que es un crítica fraternal a un gobierno democrático que es apoyado por el pueblo y que subió al gobierno por el voto popular.
En Ecuador hay un enfrentamiento entre el Gobierno y parte de los medios de comunicación…
En ese enfrentamiento yo estoy a favor del Gobierno, más allá de que debe haber matices. Lo que pretenden las empresas no es libertad de prensa, ellos no pelean por eso, sino por libertad de empresa. En Argentina hay libertad de empresa y no de prensa. Yo soy un periodista que en estos momentos está marginado. Tengo que hacer un programa en una radio de barrio. Los medios del Estado no me permiten acceder. En Ecuador puede que pase algo parecido, pero siempre voy a estar a favor de los que luchan contra las empresas privadas de los medios porque son monopolios. La concentración de medios en pocas manos es algo muy duro.
¿Cree que es un fenómeno que ocurre en toda la región?
Las grandes concentraciones de medios están al servicio del gran capital y están jaqueando a gobiernos, en algunos casos tímidamente democráticos y en otros socialistas. Yo no sé en qué categoría poner al de Correa, pero lo están jaqueando porque sin duda no les gusta y no sirve a sus intereses.
Pero a Correa lo acusan gobiernos internacionales de violar la libertad de expresión, de presentar juicios contra periodistas…
Es parte de la calumnia. Pasa en toda América Latina. Los medios, con el capital concentrado y en manos de la derecha, están acusando a los gobiernos democráticos de lo mismo, de violar la libertad de expresión. Sin duda que no hay la libertad de expresión como me gustaría a mí, pero la antítesis: la comunicación en manos de un monopolio no la quiero, eso es peor. Estos medios, pasa en Argentina, son los que apoyaban las peores dictaduras.
Por ejemplo, La Nación de Buenos Aires que en más de un siglo apoyó al nazismo, al franquismo en España y la última dictadura genocida con 30.000 desaparecidos. Ellos son los que piden libertad de prensa, habría que repasar los editoriales terribles de esa época. Hoy estos medios siguen apoyando esa dictadura porque consideran que los genocidas que están presos porque fueron enjuiciados son presos políticos.