Varias asociaciones productivas diagnostican su situación en el cantón el Pangui, zona de influencia del proyecto cuprífero Mirados, el más grande de la historia del Ecuador, cuya mina entrará en funcionamiento desde el 2014.
Todos los interlocutores coincidieron en señalar que el aspecto social es prioritario. Y delatan que la falta de tecnologías y capacitación ha frenado el desarrollo de la región en aspectos productivos y comerciales.
Orlando Aguirre, de la Cámara de Comercio de este poblado amazónico dijo que sus principales preocupaciones son que se tome en cuenta de forma prioritaria a los comerciantes locales para proveeduría de la empresa minera Ecuacorriente, concesionaria de la mina.
El cafetalero Féliz Aranco teme que los impactos ambientales de la mina hagan perder a su gremio la certificación orgánica BCS öko-Garantie. También narró que los créditos del Banco Nacional de Fomento se tardan demasiado y pidió que se creen créditos de largo plazo y con bajo interés.
El porcicultor de tilapias Gustavo Torres mencionó la mejora genética como una meta de los gremios ganaderos. También pidió que se constituyan áreas de reserva que compensen a los impactos ambientales.
Para él, los proyectos con énfasis en la productividad tendrán consonancia en el futuro, preguntó “¿cómo vamos a quedar cuando se acabe la mina?”, por eso sugirió que la respuesta puede estar en manos de proyectos de la misma empresa explotadora, “con inseminación artificial y mejoramiento genético, por ejemplo”.