Las secuelas del fuerte invierno que soporta el país se evidencian, en mayor medida, en el área rural y en la periferia de las urbes. En Guayaquil, la ciudad más poblada del Ecuador, los múltiples problemas no sólo se registran durante las fuertes lluvias, sino cuando terminan. Las calles se convierten en grandes lagunas que con el sol emanan mal olor, reproducen larvas de mosquitos y e vuelven difícil el acceso vehicular y peatonal.
En sectores marginales como Los Vergeles, Flor de Bastión y Juan Montalvo, al norte de la ciudad, existen canales que por falta de mantenimiento represan el agua convirtiéndose en criaderos de mosquitos, lo que a su vez provoca enfermedades como el dengue y el paludismo.
Reina Burgos, moradora de los Vergeles, expresó a la Agencia Andes que cada invierno la situación se repite. A pesar de habitar en el sector desde hace 10 años y haber escuchado múltiples promesas, el Municipio porteño no realiza las obras necesarias para mitigar el impacto de las lluvias.
Otro problema que deben enfrentar los moradores es la falta de transporte público que se abstiene de ingresar en las calles donde el nivel del agua torna insegura la movilización. “En este sector hay una zanja que cuando llueve se rebosa e inunda calles y viviendas. Muchos niños están enfermos, la mayoría con fiebre y erupciones en la piel”.
En Flor de Bastión (noroeste de Guayaquil), la situación es similar, las calles permanencen repletas de lodo y se convierten en trampas para quienes circulan por la zona. Según Narcisa Romero, el pasado viernes, un intenso aguacero provocó que el agua ingresara a las viviendas dañando sus electrodomésticos. “Necesitamos que vengan a fumigar, porque hay demasiados mosquitos. Tengo a mi hija con dolores en los huesos y fiebre; sospecho que puede ser dengue”.
En Los Vergeles existe un subcentro de Salud estatal que luce repleto. Según dijeron los pacientes a la agencia Andes, aunque tienen que esperar un poco, reciben atención y medicina gratuita.