Uno de los resultados del cambio de la política educativa en el Ecuador es la existencia de un mayor número de estudiantes en las aulas de clases.
Camila Ponce en el año 2006 terminó el décimo de educación básica. Su madre, Eufelia Mercado de Ponce, con sacrificio envió a su hija a estudiar con lo poco que obtenía de la venta de las calentitas carne en palito en la esquina de Portete y la 16. Ella decidió en ese momento sacarla de clases porque no tenía dinero para aportar a la obligatoria “contribución voluntaria” de $ 25 y alícuotas mensuales que “por cualquier motivo se inventaba el rector” con la venia del comité de padres de familia.
La menor estudió en un colegio fiscal que según la ley debía ser gratuito. Sin embargo, las contribuciones de los padres lo convirtieron en un plantel autofinanciado: los alumnos pagaban al portero, las tizas, la energía, el agua, las hojas y hasta a los maestros contratados.
Camila solo veía a sus compañeras asistir a clases y con pena aceptó no continuar estudiando y acompañar a su madre en los que haceres del hogar, en su residencia del suburbio oeste de la ciudad.
Historias como la de Camila obligaron al Ministerio de Educación a eliminar la contribución voluntaria que dejaba a miles de alumnos sin educación. La cartera de Estado empezó el programa de Revalorización de la oferta pública desde todos los aspectos, lo que permitió en 4 años un aumento del 30 por ciento de los alumnos que terminan el bachillerato.
La ministra de Educación, Gloria Vidal, reitera que esto es muy importante para el atractivo de culminar la educación. “En el caso del bachillerato podemos ver una brecha bastante importante. En el quintil 1 teníamos en el 2005, 29.88%, en el 2009 estamos en 40.88% (..). En porcentajes hablamos de una subida progresiva de 2 o de 3 puntos porncentuales anuales”.
Agrega que el acceso a la oferta educativa en términos de equidad es tremendamente importante en el país, es decir, ya la brecha de la calidad de educación es menor para los que menos tienen.
Asimismo, la ministra aclara que en el caso del proyecto de uniformes escolares y de alimentación escolar estos están justamente enfatizados en aquellas poblaciones donde realmente el nivel económico justifica el programa; es decir, son zonas altamente deprimidas y muy dejadas de lado.
Gloria Mainato Vélez, maestra de un plantel del Bloque 10 de Bastión Popular, señala que el cambio en la educación es notoria y que ahora hay más alumnos, no solo en el bachillerato, sino en todos los años de educación básica.