Siria abandonó este martes el debate especial que celebra el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para abordar la situación de violencia en el país por considerar que se trata de un «debate estéril» que solo busca potenciar la rebelión armada.
«El único objetivo de este periodo de sesiones es atizar las llamas del terrorismo y potenciar la crisis en mi país con medidas de apoyo a grupos armados», manifestó el embajador sirio, Faisal al-Hamwi, que tras su intervención abandonó la sala del Consejo.
Al-Hamwi consideró que detrás de la presión de la comunidad internacional para que Damasco permita la entrada en el país de organizaciones de asistencia humanitaria está el deseo de injerir militarmente en Siria y propiciar un cambio de régimen.
El representante sirio denunció que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU «esté dispuesto a violar su propio mandato y reglamento», que se haya convertido en «un juguete en manos de algunos países», y que «se manipulen los conceptos de ayuda y asistencia humanitaria a la población civil por razones políticas».
«Declaramos no reconocer la legitimidad de este periodo de sesiones», dijo el embajador, que aseguró que Siria no ha sido consultada en ningún momento para la preparación de este debate como Estado concernido y que, en cualquier caso, este Consejo de la ONU no es el foro adecuado para hablar de asistencia humanitaria.
Al-Hamwi advirtió de que las «graves distorsiones del concepto de la protección humanitaria y la protección civil» han servido de argumento a algunos países en el pasado para «encubrir intervenciones armadas flagrantes y cambiar regímenes».
«Estamos ante un plan preestablecido para atacar al Estado sirio y sus instituciones bajo el pretexto de las necesidades humanitarias», agregó el embajador sirio, que criticó a los países que se declaran amigos de Siria y aprueban sanciones económicas, que representan un atentado contra los derechos de los civiles sirios.
«Las sanciones económicas unilaterales e injustas impuestas por algunos países contra el pueblo sirio impiden el acceso a medicamentos, vacunas, alimentos y combustible (…). Representan la peor violación de los derechos humanos, porque perjudican en primer lugar, y sobre todo, a la población civil», aseveró.
Si alguien quiere ayudar a Siria, argumentó, debe «dejar de incitar y alentar el sectarismo, y de suministrar armas y fondos a grupos armados, enfrentando a los sirios los unos contra los otros».
Al-Hamwi aseguró que los grupos armados de oposición «se valen de zonas residenciales para instalar sus bases, mientras atacan las infraestructuras del Estado, incluidos los hospitales».
Tras la salida del embajador sirio, intervino el representante de Rusia, país que, junto a China, ha vetado en el Consejo de Seguridad de la ONU que se incremente la presión internacional contra Siria.
El viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Guenadi Gatilov, dijo que «la politización del debate no va a contribuir a solucionar la crisis en Siria» e hizo un llamamiento «a los grupos armados y a aquellos que les apoyan a impedir que se degrade aun más la situación humanitaria» en diversas ciudades de Siria.
Por parte de Estados Unidos, la secretaria adjunta del Departamento de Estado Esther Brimmer, insistió en que el presidente sirio, Bacher al Asad, «debe irse» para que pueda «formarse un nuevo Gobierno democrático que colme las aspiraciones del pueblo sirio».