Talibanes armados vestidos con uniformes de soldados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) lanzaron ayer un ataque a la presidencia afgana y a oficinas de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), en Kabul, una semana después de que los líderes de la insurgencia abriesen una oficina en Catar para negociaciones de paz.
El ataque comenzó a las 06:30 locales (02:00 GMT), cuando cuatro insurgentes suicidas trataron de acceder con documentos de identidad falsos al recinto de alta seguridad que alberga el Palacio Presidencial, pero las fuerzas los identificaron y los mataron antes de que alcanzaran su objetivo.
El atentado, en el que murieron los cuatro atacantes talibanes y tres guardias afganos, es uno de los más audaces de los insurgentes desde el intento de asesinato del presidente afgano Hamid Karzai en abril de 2008, informó el Ministerio del Interior.
Es sobre todo simbólico, ya que iba dirigido contra el epicentro del poder afgano (el palacio presidencial, la residencia de Karzai) y los locales de la poderosa agencia de inteligencia estadounidense.
Varios responsables afganos afirmaron que Karzai se encontraba en el edificio en el momento del ataque, pero que no corrió peligro.
El mandatario condenó el hecho alegando que los talibanes abrieron una oficina en Catar para hablar con los extranjeros y por otro lado, están matando a civiles inocentes en Afganistán. «Deben rendir cuentas a la gente por esto», indicó.
El ataque deja patente la fragilidad del proceso de paz en Afganistán, una semana después de que los talibanes abriesen una sede en Doha, capital de Catar.
La inauguración de dicha oficina talibán se produjo el mismo día que se inició el traspaso definitivo de la seguridad a las fuerzas locales. Mientras Estados Unidos dio la bienvenida a la apertura de la sede, el Gobierno afgano suspendió las negociaciones de seguridad con Washington y amenazó con no participar en el proceso de paz bajo la sospecha de que se le adjudique un papel secundario.
Karzai afirmó que no participará en ninguna negociación a menos que «el proceso de paz esté bajo control de los afganos» y pidió que los talibanes retiraran su bandera y una placa que rezaba «Emirato Islámico de Afganistán» de la oficina, a lo que accedieron.