Las violentas protestas contra el Gobierno turco, que se expandieron por Turquía desde el pasado viernes, se redujeron ayer, paulatinamente, aunque la situación aún es tensa, en particular en Ankara, donde nuevamente se han producido choques entre Policía y manifestantes.
La Policía turca volvió a reprimir en la tarde con gases lacrimógenos y cañones de agua al millar de manifestantes que intentaban acercarse a la sede del Gobierno turco en Ankara, informaron testigos desde el lugar de los hechos.
Mientras que las fuerzas del orden tratan de impedir la llegada de los manifestantes a la sede de la Jefatura del Gobierno, otras 10.000 personas permanecían de forma pacífica en la céntrica y cercana plaza Kizilay de la capital turca.
La contundencia empleada ayer por la Policía turca parecía menor que la del sábado en Ankara, cuando unos 30 estudiantes resultaron heridos, algunos de gravedad. Se han registrado 939 detenidos desde el pasado viernes y al menos 79 lastimados.
En Estambul la situación parecía calmada, con miles de activistas reunidos en la plaza Taksim y el cercano parque Gezi, cuya planeada demolición fue el detonante de la ola de protestas antigubernamentales.
La retirada el sábado de la Policía fue festejada por miles de personas como una «victoria», aunque el primer ministro turco, Recep Tayip Erdogán, insistió en que no dará marcha atrás a los planes urbanísticos en el centro de Estambul y acusó a la oposición a ser responsable de las protestas contra su gobierno. «No podemos quedarnos mirando cuando agresores en la plaza de Taksim provocan al pueblo», advirtió Erdogán en un discurso que distó mucho de la moderación pedida antier por el presidente, Abdullah Gül. «¿Quién pagará por los escaparates rotos? ¿Qué tiene que ver esto con la democracia y la lucha por los derechos?», se preguntó Erdogán, al tiempo que aseguraba no llevar «la dictadura en la sangre» y se calificó de «servidor del pueblo».
Con sus palabras, Erdogán está lejos de tranquilizar a los manifestantes que pasaron en Estambul durante la noche en el parque Gezi, preocupado tras la retirada de la Policía. «No sabemos qué puede pasar, pero está claro que si regresa la Policía, volveremos a reaccionar, esto continuará el tiempo que sea necesario», aseguró Melike, una estudiante que acudió a limpiar el parque. «Ya no se trata del parque sino de una lucha contra la actitud dictatorial del gobierno: cada vez que tres o cuatro colegas se manifiestan por algo, mandan un blindado de la Policía», denunció.
La oposición expresó su malestar con el primer ministro, cuyas palabras calificó de «incendiarias». El primer ministro «ha echado gasolina al fuego. Justo cuando la gente empieza a calmarse, sus declaraciones vuelven a provocar rabia», dijo Ilhan Cihaner, diputado del opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP)