Los tiburones están siendo marcados con chips para identificar sus hábitats dentro de la reserva marina del archipiélago de Galápagos, donde están protegidos y han sido identificadas 33 especies, varias de ellas en peligro de extinción.
«Queremos saber cuáles son las áreas de crianza de las principales especies de tiburones», dice Eduardo Espinoza mientras extiende una red de 100 por 3 metros en Puerto Grande, una bahía del centro-este de la isla San Cristóbal, para otro de sus rutinarios monitoreos sobre la presencia de escualos.
«Estamos determinando los sitios donde los tiburones viven sus primeras etapas», agrega el responsable de Investigaciones Marinas del Parque Nacional Galápagos (PNG) mientras se alista para la colocación de microchips a tiburones juveniles, para rastrearlos en la reserva marina de la región insular -de 138 000 km2, la segunda más grande del mundo- incluso a nivel satelital.
El monitoreo, que siempre dura una hora, rápidamente arroja resultados, al quedar atrapados en la red tres animales, dos hembras y un macho, de la especie punta negra (Carcharhinus melanopterus) .
El chip lo colocan en la aleta dorsal, luego de verificar su peso, talla y sexo.
El trabajo, en el que participa la bióloga brasileña Talita Gomes-Vieira (voluntaria en el PNG), incluye la recolección de una muestra de tejido de la misma aleta para estudios genéticos y la introducción del circuito electrónico debajo de la piel del dorso.
El ejercicio toma dos minutos y el tiburón es sometido a un proceso de «resucitación», mediante movimientos para que el agua circule por los bronquios, antes de liberarlo.