Jueves 5 de enero. Eran las 14:30 y la alerta de incendio ya había sido activada en el interior de la empacadora Industrial Pesquera Santa Priscila S.A., ubicada en el kilómetro 4 1/2 de la avenida Juan Tanca Marengo, al norte de Guayaquil.
A medida que pasaban los minutos, miembros del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil se hacían presentes en el lugar para combatir el fuego que consumía rápidamente los cartones almacenados en una de las bodegas del edificio.
“Vamos, necesito personal que se movilice hacia la parte superior y otro grupo por el frente… Atentos, atentos (decía por radio)… que avance otra Internacional (vehículo con el que se abastecen de agua) para que reemplace a la que quedó vacía”, ordenó uno de los bomberos encargados de dirigir las acciones.
Todas las miradas estaban a la expectativa de lo que ocurría en esa área, que repentinamente fue invadida por una espesa cortina de humo.
Esas condiciones ocasionaron que más de uno de los voluntarios registren problemas de asfixia. Más de una hora tuvo que pasar para controlar la intensidad de las llamas, que al final solo dejaron daños materiales.
Operaciones similares se ejecutaron en las 14.901 alertas de incendios que, en los últimos siete años (2005- 2011) causaron conmoción en la ciudad. Así lo detalla un reporte del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil (BCBG), el cual revela además que el número de siniestros es cada vez más alto y que incluso la cifra de muertes a consecuencia de estas tragedias va en aumento.
Solo en 2011 se reportaron 2.808 incendios (declarados, alerta 2, conatos, etc.); mientras que en el 2010 la cifra llegó a 2.572.
El incremento de casos se evidencia al comparar esas cantidades con los 1.247 siniestros registrados en 2005 (ver gráfico).
En 2011, el mayor número de incendios se reportó en diciembre con 365 casos. Uno de ellos ocurrió el viernes pasado en un local de venta y reparación de celulares, ubicado en el sector de la Bahía, centro de la ciudad, a consecuencia, presuntamente, de un cortocircuito.
El BCBG reportó en el año pasado 221 alarmas por similares circunstancias. Algo parecido se reportó en una vivienda de la tercera etapa de Los Vergeles (norte).
El siniestro inició a las 07:00 cuando uno de los dos domicilios afectados por las llamas comenzó a consumirse. “Las llamas se extendieron rápidamente y en cuestión de minutos todo se consumió”, contó María Morales, moradora del sector, quien relató que al parecer el siniestro tuvo su origen en el cableado que daba con la pared de la vivienda de caña.
El percance terminó, en esta ocasión, con la pérdida mortal de un niño de cuatro años que no pudo salir de la casa a tiempo.
Aumentan casos de fallecidos
Con la muerte del infante, sumaron 10 los casos de personas fallecidas en incendios en 2011. Esta situación generó un incremento al compararse con lo ocurrido en 2005: la cifra fue de cero. En el período posterior a ese (2006) la cantidad llegó a dos y el siguiente (2007) a tres.
El ingeniero Gustavo Mazzini, especialista de la Eléctrica de Guayaquil, explicó que los incendios vinculados con descargas eléctricas se originan por varios factores, pero el principal tiene que ver con las conexiones clandestinas.
“Al estar expuestos los cables, sin las seguridades requeridas, se corre el riesgo de -que a consecuencia de las variaciones de voltaje- se produzca un recalentamiento”, detalló.
El especialista argumentó que la instalación de medidores es fundamental para evitar esta situación, ya que con ese equipo se logra fijar un correcto cableado que permite soportar las variaciones.
Otra de las causas está relacionada con la falta de mantenimiento de las redes eléctricas de las casas que sí cuentan con medidores.
“La tendencia de casi toda familia es crecer, primero se inicia con un pequeño televisor, una radio, etc. Pero con el tiempo se adquieren artefactos como la nevera o el acondicionador de aire, que por la fuerza que tienen, los conductores eléctricos quedan reducidos”, acotó el ingeniero.
Mazzini recomendó que lo oportuno es hacer un rediseño eléctrico de las instalaciones o mantenimiento preventivo para cambiar esos cables o tomacorrientes obsoletos.