El escritor y premio Nobel de Literatura peruano, Mario Vargas Llosa, lamentó ayer que en los países de América Latina continúen estando “profundamente arraigados” el odio a las minorías sexuales y la discriminación, en un artículo que recuerda el asesinato del homosexual chileno Daniel Zamudio.
El joven suramericano de 24 años, que perdió la vida tras ser agredido el pasado 3 de marzo por un grupo de presuntos neonazis y pereció tras veinticinco días de agonía, fue recordado en un artículo titulado “La caza del gay” publicado en su columna “Piedra de Toque”.
Vargas Llosa considera que “lo más fácil y lo más hipócrita” del caso es atribuir el crimen “solo a cuatro bellacos pobres diablos”, los que le marcaron a Zamudio esvásticas en el cuerpo y le dejaron caer varias veces una gran piedra sobre el estómago y las piernas.
Señala que ellos “no son más que la avanzadilla más cruda y repelente de una cultura de antigua tradición que presenta al gay y a la lesbiana como enfermos o depravados que deben ser tenidos a una distancia preventiva de los seres normales porque corrompen el cuerpo social”.
El Nobel de Literatura de 2010 sostiene que esta idea de la homosexualidad “se enseña en las escuelas, se contagia en el seno de las familias, se predica en los púlpitos” y aparece comúnmente en discursos políticos y en los medios de comunicación.
“El gay es siempre el otro, el que nos niega, asusta y fascina al mismo tiempo, como la mirada de la cobra mortífera al pajarillo inocente”, añade. El escritor refiere que lo ocurrido en Chile sucede también en países como Perú, donde lo más terrible de ser gay, lesbiana o transexual es tener una “vida cotidiana condenada a la inseguridad, al miedo, la conciencia permanente de ser un réprobo, un anormal, un monstruo”.
El escritor se pregunta “cuántos jóvenes atormentados por esta censura social de que son víctimas los homosexuales han sido empujados al suicidio o a padecer de traumas que arruinaron sus vidas.