Las calles lucían desoladas, no había autos ni peatones, los únicos que transitaban eran los elementos del orden, Defensa Civil y los censadores colegiales y universitarios.
En un recorrido por algunos sectores del noroeste de la ciudad se constató inseguridad al momento de responder ciertas preguntas que constaban en el formulario del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. Asimismo se vio a estudiantes que literalmente escalaron para poder llegar a las viviendas. En El Fortín, en la calle No. 11, estaba José, quien respondía cada una de las preguntas que le hacía, de a poco, el alumno del Colegio Técnico Simón Bolívar.
“¿Cómo se identifica usted, según su cultura y costumbres: negro, mulato, montubio, blanco….?”, pregunta el colegial. Y él responde: “Montubio”. O ¿somos mestizos, amor?, le dice a su esposa. Ella interfiere y dice: “Nosotros somos mulatos”.
El censador esperaba a que deliberen entre los esposos, luego se decidieron y el alumno marcó montubio. “Ahh, sí, montubio, por que soy del campo”, dijo José.
Eran casi las 11:00 y en la cooperativa Janeth Toral, en el noroeste de Guayaquil, el acceso para los censadores era complicado. Un grupo de estudiantes de la facultad de Ingenieria Civil, de la Universidad Católica (UCSG), quienes estaban al mando de Julio Peña -profesor-, indicaron que resguardo policial sí tuvieron, pero el acceso a los hogares fue la única complicación, donde muchas veces les tocó escalar una loma plagada de tierra, polvo y piedras.
“Lo bueno de todo es que la ciudadanía ha respondido con normalidad y la Policía ha sido efectiva en el resguardo”, indicó Peña.
Jorge Bordes, censador y estudiante de segundo año de la UCSG, se encontraba en uno de los cerros más altos de la cooperativa Janeth Toral; él tenía sus zapatos cubiertos de polvo y su jean azul con las bastas negras, producto del ascenso a los cerros que le tocó cubrir.
Su cara denotó cansancio al terminar de censar a la familia Loor, la tercera de su lista. La casa estaba en uno de los cerros más altos y empinados del sector, tanto así que el estudiante resbaló y cayó junto a uno de sus compañeros. Y no les tocó de otra que pararse y seguir.
Pasado el mediodía, en la Isla Trinitaria el proceso era normal. En ese sector las encargadas fueron las alumnas del colegio 9 de Octubre.