El primer golpe de demolición lo realizó Peggy Arida, la tía de Gina DeJesús, una de las jóvenes secuestradas.
«Tenía tanta rabia dentro de mí que quería hacerlo. Me sentí muy bien. Fue como ver caer una casa de los horrores», explicó Arida a los reporteros.
La operación contó, además, con la participación de Michelle Knight, la única de las tres víctimas presentes. «Quiero que la gente ahí fuera, incluidas las madres de los secuestrados, supieran que pueden tener fuerza, pueden tener esperanza en que sus hijos volverán», afirmó Knight, de 32 años.
Joseph Frolik, funcionario de la Oficina del Fiscal del condado de Cuyahoga, indicó que se había decidido la demolición de la residencia de Castro porque se quería evitar que se convirtiera en «una especie de macabro y truculento santuario».
Asimismo, serán derruidas dos casas colindantes a la de Castro y el futuro del espacio resultante será decidido por los vecinos del barrio. La residencia de dos plantas había sido vallada después de la huida de las tres jóvenes en mayo pasado y mantenida bajo vigilancia constante después de que hubiera amenazas de ser destruida.
Las tres mujeres, Knight, Amanda Berry y Gina DeJesús, fueron secuestradas por Castro en los años 2002, 2003 y 2004, y durante su cautiverio fueron violadas y maltratadas.
Los funcionarios de la Fiscalía dijeron que Ariel Castro, de 53 años y origen puertorriqueño, rompió a llorar cuando firmó la autorización para destruir la vivienda al afirmar que tenía «muchos recuerdos felices» dentro de ella.