– Yo incluso empecé ahora la carrera de biología luego de estar en Ecuador luego de haber visto lo que realmente es la naturaleza. La naturaleza es buena con nosotros y hay que respetarla.
– ¿Que le dirías tú al presidente Correa si tienes la oportunidad de hablar personalmente con él? ¿Cuál sería tu respuesta a lo que él dice? No sé si habrás escuchado, pero alguna vez dijo que claro, como ustedes ya tienen la barriga llena, como ya explotaron, talaron, extrajeron, y se desarrollaron como países, vienen a decirnos a nosotros que nos muramos de hambre nomás, que no aprovechemos nuestros recursos naturales. Vienen a tratar de imponer a través de ONGs sin ningún respaldo democrático lo que no pudieron en su momento imponer en sus países.
– … (silencio incómodo) bueno, que quizás precisamente por eso, porque en nuestros países ya tuvimos la experiencia, ya sabemos lo malo que es destruir la naturaleza, es que queremos que se conserve en otros lugares del mundo en dónde todavía está intacta. No sé, entiendo que es muy complicado, pero no me sentiría bien no habiendo hecho nada por evitar que el cobre que está en el subsuelo ecuatoriano, debajo de un lugar tan bonito y con tanta vida termine en un coche alemán de un hombre rico.
Esto fue lo que me respondió un chico alemán hace un par de días cuando lo estaba entrevistando a las afueras de la Universidad Técnica de Berlín en donde se habían dado cita un pequeño grupo de jóvenes que habían tenido la oportunidad de estar en el Ecuador, en la región de Intag para ser más preciso. Habían venido aquí después de recolectar algo más de 61.000 firmas para evitar que el gobierno ecuatoriano realice un proyecto minero en esta zona y querían entregárselas personalmente al presidente Correa, quién vino a la Universidad a dar una charla sobre economía política y contarnos la experiencia ecuatoriana y sus estrategias para salir de la crisis.
Yo había ido ahí con un equipo de televisión para documentar esta visita y esta charla, que desde mi punto de vista son históricas, pero al enterarme de la supuesta protesta decidí ir más temprano para saber que decían los estudiantes.
Una de las primeras cosas que me dejaron muy en claro desde el principio es que no se trataba de una protesta ni una manifestación de repudio, sino más bien de aprovechar la oportunidad para saludar al presidente y hacerle llegar personalmente las firmas recogidas. Estaban repartiendo material informativo en alemán sobre la resolución que habían tomado los habitantes de Intag y tenían algunos datos interesantes sobre esta lucha (traduzco literalmente) que lleva más de veinte años.
Algunos de los chicos con los que conversé me parecieron muy simpáticos y elocuentes. Demostraban conocer la región y algo de la cultura. Me contaban que la mayoría de ellos estuvieron haciendo trabajo comunitario en esa zona entre seis meses y un año. Por sus respuestas me daba la impresión de que todos habían leído el mismo documento sobre la explotación de cobre y los irreparables daños ecológicos que trae consigo la explotación de metales en una zona tan biodiversa. También estaba muy claro, para mi, que ninguno de ellos había vivido en carne propia la pobreza, el hambre y los problemas sociales que trae consigo el subdesarrollo.
Más tarde, en el auditorio durante la charla del economista Correa, reconocí a cada uno de ellos. Eran a lo máximo una veintena. Me fijaba como escuchaban con atención, algunos sin hacer uso de los audífonos que se habían repartido para escuchar la versión en alemán del intérprete simultáneo. Al principio no aplaudían, uno que otro asentía con la cabeza o levantaba las cejas.
Luego de su ponencia, el presidente contestó algunas preguntas que había hecho el público por escrito y eran leídas por un moderador . Escuchando estas preguntas no libres de mostaza me daba cuenta del alcance que tienen los medios de comunicación y de lo importante que era la presencia de Correa en este país para rebatir, por lo menos en algo, la sucia campaña internacional de desprestigio a la que eran sometidos él y su gobierno.
Cuando el presentador leyó una pregunta referente a los proyectos mineros los chicos se levantaron en señal de protesta. Cada uno de ellos sostenía un papel en el que habían escrito el número de firmas recaudadas, a lo que el hábil entrevistado contestó: «… no basta querer, hay que saber el camino chicos. Cuidado se me dejan manipular, infórmense. Y por último, somos un país democrático. Los felicito por sus firmas, pero yo dije claramente esto en elecciones y en la zona de Intag hemos ganado con el 63% de los votos y los antimineros, probablemente uno de cuyos representantes vino donde ustedes, obtuvieron el 5% de los votos».
El acto terminó con el público de pie, aplausos y ovaciones. Me interesaba conocer la opinión del público alemán presente. Quería por supuesto conversar con alguno de los chicos defensores de la madre naturaleza pero no encontré a ninguno. La gran mayoría de quienes habían presenciado la ponencia salían del auditorio sobre todo sorprendidos por la solvencia, el conocimiento sobre la materia, la memoria y la capacidad de orador del Jefe de Estado ecuatoriano. Muchos miraban con agrado el hecho de que se haya virado la tortilla. Que sean los del sur, los SUBDESARROLLADOS quienes vengan a hablar sobre desarrollo y economía política al viejo continente.
Yo sin embargo seguía pensando en los chicos ecologistas defensores de Intag y su respetuosa forma de protestar. Claro que eran poquitos y quizás estaban mal preparados y un poco desinformados como para exponer sus ideas y propuestas ante un líder de esta naturaleza. Pero ¿y las minorías? No podemos negar que estaban tratando de defender con buena intención una causa muy noble. Estaban ahí representando a un pueblo y una tierra que está lejos de su zona de confort. La mayoría venía de diferentes partes de Alemania y viajaron algunas horas hasta Berlín para asistir a esta cita, para defender la tierra. ¿Qué pensarán ahora?
Yo por mi parte me quedo pensando en el cobre y otros minerales que están metidos en la cámara, los micrófonos, los cables y hasta en esta computadora que utilizo para escribirles esta nota. Para transmitir las ideas… ¡Que vaina!