La entrega de los últimos diez uniformados cautivos de las FARC en Colombia cierra un capítulo del secuestro con “valor político”, pero, al parecer, se encuentra aún lejos de abrir una perspectiva de negociación con el gobierno, que reclama la liberación de todos los rehenes civiles, estiman algunos analistas.
Con base en cifras del Ministerio de Defensa, Olga Gómez, directora de la ONG Fundación País Libre, señala que 405 civiles, secuestrados por las FARC entre 2002 y 2011, todavía permanecen en su poder. Pero otras organizaciones manejan cifras diferentes. La Fundación Nueva Esperanza de los Secuestrados, activa desde 2003, tiene registros de 725 casos de personas en poder de las FARC desde 1995 hasta ahora.
Sin embargo, la liberación el lunes de seis policías y cuatro militares, cautivos desde hace cerca de 14 años, junto con la promesa de cesar el secuestro extorsivo de civiles, fueron presentados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia como “gestos de paz”.
El presidente Juan Manuel Santos, quien reiteró la exigencia de liberar a todos los secuestrados antes de pensar en un diálogo de paz, respondió que la libertad de esos uniformados “es un paso que valora en toda su dimensión”, pero insistió que es aún insuficiente y pidió muestras más fehacientes de su verdadera voluntad de terminar con este conflicto.
Para Medófilo Medina, historiador de la Universidad Nacional de Colombia y quien conoció a varios de los más importantes jefes de las FARC, entre ellos el abatido alias Alfonso Cano (Guillermo León Sáenz Vargas), la posibilidad de que se produzca un diálogo de paz con la guerrilla no está planteada por el momento. “Las liberaciones se inscriben en el canal humanitario. No tienen una influencia directa sobre una posible negociación. No hay que olvidar que en 2001 las FARC liberaron a más de 200 miembros de la fuerza pública y al año siguiente se cerró el proyecto del Caguán”, recuerda Medina, en referencia al fracasado diálogo de paz que llevó a cabo el ex presidente Andrés Pastrana (1998-2002).
Sin embargo, según este historiador, la decisión de las FARC, que han quedado sin rehenes de valor político, sumada a la promesa de cesar el secuestro de civiles, muestra una voluntad de buscar una salida política al conflicto, que dependerá también de cómo el gobierno tome ese paso.
En sus primeras declaraciones luego de la liberación, el mandatario colombiano dio a las FARC una señal sobre lo que espera ahora: “No basta con dejar de secuestrar: hay que liberar a los civiles y dar cuenta a las familias de todos ellos”. “Pienso que Santos sí tiene el interés, le creo cuando dice que le gustaría ser el presidente de la paz, pero esa decisión requiere de audacia y coraje. Hay sectores muy poderosos en Colombia que le apuestan a la guerra”, asegura Medina.
Desde 2008, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia han liberado unilateralmente a 30 políticos, policías y militares que mantenían secuestrados como “canjeables” por sus cientos de guerrilleros presos. Otros rehenes fueron rescatados en operativos de la fuerza pública, y algunos murieron en cautiverio. A la vez, la guerrilla ha secuestrado a lo largo de los años a un número indeterminado de civiles para financiarse mediante los rescates que pagan las familias.
León Valencia, director de la Corporación Nuevo Arco Iris, especializada en el conflicto armado, resalta que por primera vez las FARC hacen una concesión sólo con el propósito de ir a una mesa de negociación, porque el gobierno había pedido acabar con el secuestro y liberar a los rehenes antes de ir a un diálogo. El politólogo Alejo Vargas, profesor en la Universidad de los Andes, no descarta de su lado otras concesiones de las FARC con el fin de llegar a un diálogo de paz. “Ya tener en la mesa a representantes del Estado sería un logro para ellos, pues los convalida como el otro actor político. Desde el punto de vista práctico, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia no van a exigir casi nada, pero desde el punto de vista simbólico lo pedirán todo.
El estatus político es lo que necesitan las FARC”, agrega Vargas. Y aunque por el momento esa mesa de negociación se vea lejana, el historiador Medófilo Medina insiste en que se debe entender que ésta no es una guerra regular y por tanto no se puede terminar en una fecha y lugar determinados. “Tiene que terminar en una mesa de negociación o sino se prolongará indefinidamente, con una descomposición del conflicto como ya la estamos viendo”, asevera Medina.