Un sustituto limpio que se perfila para un futuro cercano es el uso del gas natural, del cual los Estados Unidos y Canadá, así como países del Golfo Pérsico, han encontrado grandes reservas que están o pronto serán explotadas.
El planeta depende de un recurso no renovable que es el petróleo, casi todo lo que nos rodea está hecho con él. Desde el lápiz de labios, el siempre presente plástico, las pinturas de las paredes, los neumáticos para toda clase de vehículos, los pisos de baldosas acrílicas, las armazones para computadoras y teléfonos celulares, el combustible para transportar mercaderías y personas por todos los puntos cardinales; la lista puede ser casi infinita.
Con el uso del petróleo viene la emisión de gases tóxicos y las enfermedades del pulmón, el asma, el cáncer, etc. Nuestra dependencia en los hidrocarburos es total. ¿Qué hacer?
La respuesta no es fácil, es necesario crear fuentes alternas de energía como la eólica, la atómica, la solar, la geotérmica y la hidráulica; todas ellas, sin embargo, no pueden nuestras arraigadas necesidades y costumbres. Quizás el desarrollo del uso del abundante hidrógeno pueda lograrlo, pero para ello es necesario desarrollar una tecnología y logística hoy inexistente que probablemente afecta a los intereses de los grandes productores de petróleo y sus compañías.
Un sustituto limpio que se perfila para un futuro cercano es el uso del gas natural, del cual los Estados Unidos y Canadá, así como países del Golfo Pérsico, han encontrado grandes reservas que están o pronto serán explotadas.
Sin embargo, el problema moral global persiste, ¿Podemos o queremos sacrificar a una creciente población mundial que ya alcanza la escalofriante cifra de 7 mil millones? ¿Será acaso necesario un cambio radical del modelo de desarrollo y consumismo hoy reinante? ¿Estamos a tiempo para empezar una gran revolución ética y técnica que salve a la humanidad de un gran desastre? ¿Tenemos la capacidad y la decisión de hacerla?
Este es uno de los tantos vitales y entrelazados problemas que merecen nuestra atención diaria.